En un emocionante debate del estado de la ciudad de Málaga, la portavoz del Partido Popular, Elisa Pérez de Siles, destacó como una de las figuras más carismáticas y apasionadas del encuentro. La sesión, que tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento, se convirtió en un auténtico escenario de confrontación verbal entre la portavoz popular y la líder de Con Málaga, Toni Morillas. Mientras que Morillas abogaba por una crítica incisiva de la gestión del gobierno, Pérez de Siles aprovechó la ocasión para ensalzar el malagueñismo y la capacidad transformadora de su partido, cerrando su discurso con una poderosa declaración: «Es un orgullo y un honor dejarnos la piel trabajando por esta ciudad», lo que provocó un aplauso fervoroso en su bancada.
A pesar de su tono más conciliador en comparación con intervenciones anteriores, Pérez de Siles no dudó en atacar a la oposición, recordando la victoria del PP en las elecciones del 17 de junio de 2023, que le permitió alcanzar la mayoría absoluta. «Los malagueños no comparten la visión apocalíptica que la oposición les traslada», afirmó, mientras llamaba a la acción al Gobierno central para que atendiera la deuda de 10.000 millones de euros que mantiene con Andalucía. En este contexto, criticó también la posición cambiante de la vicepresidenta María Jesús Montero, quien cuando era consejera reclamaba esa misma deuda y hoy parece haberla olvidado.
La especulación no se detuvo ahí, ya que la portavoz popular dirigió sus dardos a los grupos de la oposición, cuestionando la postura de Con Málaga respecto a regímenes internacionales y su relación con el líder venezolano Nicolás Maduro. En un momento particularmente incisivo, Pérez de Siles se preguntó abiertamente si los miembros de este grupo estaban realmente a favor de la democracia o si, por el contrario, preferían cerrar los ojos ante la represión que sufren muchos ciudadanos en América Latina. La falta de respuesta de Morillas dejó claro el impacto de la afirmación.
El ataque a Vox también estuvo presente, acusándoles de que su populismo solo sirviera para apuntalar al Gobierno de Pedro Sánchez. Dirigiéndose al portavoz socialista, Pérez Morales, la portavoz popular expresó: «Espero y deseo que no sea cómplice de la traición a Málaga y a Andalucía», evidenciando el clima de rivalidad tensa que dominó la sesión. Sin embargo, en un giro a un tono constructivo, Pérez de Siles se refirió con nostalgia a épocas en las que la oposición colaboraba con el gobierno para el bienestar de la ciudad.
El discurso de Pérez de Siles incluyó también una serie de logros significativos alcanzados bajo el mandato del PP, destacando la reciente clasificación de Málaga como una de las ciudades más felices del mundo y el crecimiento del número de viviendas de protección oficial (VPO). Resaltó que el Ayuntamiento ha construido 5.339 de estos hogares y que Málaga es la ciudad con mayor inversión pública por habitante en España. Con esto, dio un fuerte apoyo a su jefe, el alcalde Paco de la Torre, a quien atribuyó el liderazgo en la transformación de la ciudad durante los últimos 25 años.
Al cerrar su discurso, Pérez de Siles reafirmó su compromiso con los vecinos de Málaga y su visión optimista del futuro. «Trabajar por Málaga es lo mejor que te puede pasar en la vida», comentó. Con la mirada puesta en los 860 días que quedan de mandato, dejó claro que su misión es seguir luchando por las necesidades y expectativas de los malagueños, en un mensaje lleno de esperanza y determinación.
La actuación de Elisa Pérez de Siles en el reciente debate del estado de Málaga ha puesto de manifiesto un uso estratégico del carisma y el discurso emocional, elementos que sin duda son efectivos en el contexto político actual. Sin embargo, reduce el debate a una retórica vacía cuando se limita a elogiar los logros del Partido Popular y a criticar a la oposición sin ofrecer una reflexión más profunda sobre los problemas que realmente aquejan a la ciudad. La apología del «malagueñismo» y las menciones a la felicidad de Málaga pueden sonar esperanzadoras, pero resultan insuficientes frente a la realidad de miles de ciudadanos que se enfrentan a una crisis habitacional y a la falta de oportunidades. La política necesita ser más que una atracción de aplausos; requiere una respuesta concreta y directa a las necesidades sociales que claman ser atendidas.
Además, la confrontación con la oposición, aunque válida en el juego político, refleja un ambiente de polarización que poco ayuda al avance democrático. La crítica a la supuesta complicidad de los grupos opositores, junto con insinuaciones sobre su postura respecto a temas internacionales, no aporta al diálogo constructivo que Málaga necesita. En un momento en que la población busca alternativas reales y soluciones a sus problemas cotidianos, es imperativo que los líderes se enfoquen en la colaboración y no solo en la confrontación. La nostalgia que menciona Pérez de Siles sobre épocas pasadas de cooperación debe ser más que un recuerdo; debería ser un modelo a seguir. Solo a través de un debate honesto y una política inclusiva se podrá garantizar el bienestar de todos los malagueños, más allá de las victorias electorales.
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