En la última sesión plenaria, el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, recibió a un grupo de vecinos de la Carretera de Cádiz que se manifestaron en contra de la ubicación del Festival de las Linternas, un evento cultural que celebra el Año Nuevo Chino en el Parque del Oeste. Este encuentro puso de manifiesto la creciente tensión entre la administración municipal y la comunidad local, quienes demandan una reconsideración de la celebración en un espacio que consideran vulnerado por la afluencia de visitantes y actividades.
De la Torre hizo hincapié en la importancia de recabar una opinión más amplia de los vecinos, asegurando que se realizarían consultas tanto a asociaciones vecinales como a los propios ciudadanos. El alcalde sugirió métodos de recolección de datos que incluyen encuestas y visitas a domicilios, con la intención de entender mejor la percepción del evento, que se extenderá hasta febrero. Sin embargo, estas medidas son solo el inicio de un proceso que podría determinar el futuro del festival en el Parque del Oeste.
El Festival de las Linternas, concebido no solo como un evento festivo sino también como una herramienta para fomentar las relaciones comerciales y culturales entre España y China, ha suscitado opiniones divididas. De la Torre subrayó que el objetivo de esta celebración es «conocer una potencia emergente» y no alterar las tradiciones malagueñas, enfatizando la necesidad de visibilidad para ambos países. Sin embargo, muchos residentes del área consideran que la masiva afluencia de público podría comprometer la tranquilidad y el acceso al parque, un pulmón verde que desean preservar.
El alcalde afirmó que, si la consulta revela un descontento generalizado, se buscarían alternativas de ubicación que no generen fricción con los vecinos. «Es fundamental garantizar que la comunidad no se sienta afectada ni presionada», indicó De la Torre, dejando la puerta abierta para reubicar el festival en un lugar más apropiado.
La planificación del festival incluye una revisión del canon establecido y la posibilidad de realizar una concesión demanial, lo que podría impactar significativamente en la economía local. Con una inversión de tres millones de euros destinada por la empresa organizadora, Ximenez Entertainment S.L., el evento no solo aspira a atraer turistas, sino también a generar un retorno económico que beneficie a la ciudad en general.
A medida que la situación evoluciona, el Ayuntamiento también buscará recomendaciones del Ministerio de Exteriores y de la Embajada China para asegurar que el festival mantenga su esencia cultural sin destruir la armonía en la comunidad local. Con el plazo del evento en marcha y el clima social tenso, Malagueños y turistas esperan ver cómo se resolverá este desafío entre el progreso cultural y la convivencia vecinal.
La polémica en torno al Festival de las Linternas en Málaga evidencia un profundo dilema entre la celebración cultural y la necesidad de preservar la calidad de vida de los ciudadanos. La administración municipal, representada por el alcalde Paco de la Torre, parece dispuesta a considerar la opinión de los vecinos, pero estas intenciones se ven empañadas por la opacidad y la falta de una estrategia clara para abordar las preocupaciones legítimas de la comunidad local. Un evento que podría ser una oportunidad brillante para fortalecer los lazos interculturales corre el riesgo de convertirse en un foco de tensión si no se logra establecer un equilibrio entre la atracción turística y la convivencia pacífica de los residentes. La propuesta de reubicar el festival si se muestra un descontento generalizado es un primer paso, pero resulta insuficiente si no se implementan medidas transparentes y efectivas para involucrar a los ciudadanos en el proceso decisional desde el principio.
Es esencial recordar que un festival de esta magnitud no solo debe ser una fuente de ingresos económicos —con una inversión de tres millones de euros—, sino que también tiene que respetar los espacios públicos y la esencia de la comunidad que lo acoge. Los pulmones verdes, como el Parque del Oeste, no deben sacrificarse en nombre del desarrollo económico y la visibilidad internacional si ello compromete el bienestar de los malagueños. La administración debe desplegar una labor de comunicación más proactiva y fomentar un diálogo genuino con los vecinos, no solo como un ritual de consulta, sino como una herramienta de co-creación cultural que pueda integrar las voces de todos los actores involucrados. Solo así, el festival podría transformarse en un verdadero puente entre culturas y una celebración que, en lugar de dividir, logre unir a todos los ciudadanos en una experiencia compartida.
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