La figura de José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a emerger en el panorama político nacional, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la ley que legalizó el matrimonio igualitario en España. En un contexto marcado por la turbulencia interna del PSOE, acosado por escándalos de corrupción, el ex presidente ha aprovechado la ocasión para defender la amnistía, recientemente avalada por el Tribunal Constitucional, y otros proyectos legislativos controvertidos promovidos durante su mandato.
El acto de entrega de la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, concedida tanto a Zapatero como al fallecido Pedro Zerolo por su contribución a los derechos LGTBI, se convirtió en un escenario para reivindicar la audacia legislativa del Partido Socialista. Zapatero, con su discurso característico, recordó cómo el matrimonio igualitario se introdujo en el Código Civil «con apenas 19 palabras», un derecho que, según él, «estaba consagrado en la Constitución sin que la Constitución lo reconociera». Esta declaración, lejos de ser una simple anécdota, sirvió como una sutil defensa de la amnistía, argumentando que la ausencia de prohibición explícita en la Carta Magna abre la puerta a la facultad del legislador para aprobarla.
Félix Bolaños, ministro de Justicia, se sumó a la defensa del legado de Zapatero, recordando la «brutal» oposición que enfrentó la ley del matrimonio igualitario. En un tono de advertencia, Bolaños señaló que «los derechos se consiguen, pero también se pierden», aludiendo a la reciente prohibición de marchas del Orgullo en Hungría. Su discurso, cargado de segundas lecturas, contrastó con la defensa apasionada de Zapatero, quien afirmó que «acierta quien se anticipa y hierra quien lo posterga» en materia de reconocimiento de derechos. La concesión de la Gran Cruz no solo honra el pasado, sino que también sirve como un llamado a la vigilancia y la defensa constante de los derechos amenazados. La reaparición de Zapatero, en este contexto, se convierte en un recordatorio de las batallas libradas y de la necesidad de no dar por sentado ningún avance en materia de igualdad y libertad.
La reaparición de Zapatero, adornada con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, resulta, cuanto menos, oportunista. En un momento en que el PSOE se ve salpicado por escándalos y la amnistía genera un debate encendido, el ex presidente se erige en paladín de una supuesta audacia legislativa, equiparando la aprobación del matrimonio igualitario con la justificación de una medida tan divisiva como la amnistía. Esta hábil maniobra retórica, que busca proyectar una imagen de valentía y progresismo, ignora la profunda fractura social que genera la amnistía, distanciándose peligrosamente de un debate sereno y honesto sobre el futuro del país.
Más allá de la legítima reivindicación de avances sociales innegables, como el matrimonio igualitario, la defensa a ultranza del legado zapaterista corre el riesgo de convertirse en una cortina de humo que oculta la incapacidad del PSOE actual para abordar los desafíos del presente con la misma solvencia. La nostalgia por un pasado idealizado, donde «acertaba quien se anticipaba», no puede servir de coartada para justificar decisiones controvertidas. Es necesario un análisis crítico y autocrítico del pasado para construir un futuro más justo y equitativo, evitando caer en la autocomplacencia y la polarización que tanto daño hacen al debate público.
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