En la antesala del Día Internacional de la Mujer, el partido Vox ha elevado su retórica en un contexto en el que la igualdad de género se convierte en el foco de atención mundial. Este 8 de marzo, la formación ha decidido abrir un nuevo frente de batalla al vincular las reivindicaciones feministas con la inmigración irregular, una estrategia que ha generado un amplio debate y críticas de diferentes sectores políticos y sociales. Bajo el lema “’Feliz’ 8-M de 2030”, un cartel desplegado en un panel publicitario muestra a mujeres con nicab, a las que Vox caracteriza como una amenaza.
José Antonio Fúster, portavoz del partido, ha insistido en una conferencia de prensa que “la inmigración ilegal supone una amenaza para la seguridad y los derechos de las mujeres”, un argumento que ha tomado fuerza en el discurso de Vox en los últimos meses. Con este mensaje, el partido político parece combinar dos de sus principales preocupaciones: el feminismo y la llegada de inmigrantes de culturas que, según afirman, son incompatibles con los valores españoles. La polarización de estos temas ha llevado a Vox a defender una postura que, según ellos, busca proteger a las españolas.
La controversia ha escalado aún más con la recolección de firmas que Vox ha promovido en línea bajo el lema «No permitas que se imponga», donde critican la «imposición de los velos en España». Este esfuerzo publicitario ha sido etiquetado como una acción de «defensa de las libertades», aunque muchos críticos argumentan que atenta contra los derechos individuales de las mujeres que deciden usar dichos vestuarios por elección propia.
La portavoz nacional de ‘Agenda España’, Isabel Pérez Moñino, ha mantenido la ofensiva de Vox con críticas al cartel institucional de celebraciones del 8-M en Castellvell del Camp, que incluye figuras de mujeres usando hiyab. Su postura es clara: considera que estas representaciones normalizan “prendas opresoras” y vulneran la libertad de elección de las propias mujeres. Moñino asegura que su partido luchará por acabar con lo que describen como “cárceles de tela”, refiriéndose a la vestimenta islámica que, para ellos, simboliza una especie de opresión cultural.
La acción de Vox no solo ha suscitado un debate político sino que ha reavivado una conversación social sobre la representación y los derechos de las mujeres. Mientras el movimiento feminista aboga por la libertad y el empoderamiento de todas las mujeres, Vox, a través de sus discursos y manifestaciones públicas, ha emprendido un camino controversial que divide aún más a la sociedad española. Con la llegada del 8-M, la tensión entre estos grupos podría intensificarse, estableciendo un nuevo reto para la convivencia y el diálogo en un país en el que la pluralidad y la diversidad son, al mismo tiempo, su riqueza y su desafío.
La reciente ofensiva de Vox contra el feminismo, marcada por su controvertido cartel del 8-M, revela una estrategia de polarización que no solo distorsiona el discurso sobre igualdad de género, sino que también atenta contra los principios fundamentales de convivencia y respeto por la diversidad cultural. Al vincular el feminismo con la inmigración irregular y presentar a mujeres que optan por el nicab como una amenaza, Vox no solo ignora la complejidad del feminismo contemporáneo, que aboga por la inclusión y la defensa de todas las mujeres, sino que también fomenta un clima de miedo y antagonismo que socava las luchas que realmente importan: la igualdad de derechos y la libertad de elección. Este tipo de retórica, que intenta distinguir entre «mujeres españolas» y «mujeres inmigrantes», desaprueba la riqueza de experiencias y voces que enriquecen la lucha por los derechos de las mujeres.
El intento de Vox de presentarse como el defensor de las «libertades» al criticar la vestimenta tradicional de algunas mujeres musulmanas, en realidad se convierte en un ataque contra la autonomía femenina. Al ignorar que muchas mujeres eligen llevar el hiyab o el nicab como expresión de su identidad, el partido no solo refuerza estigmas dañinos, sino que actúa de manera paternalista, restando agency a quienes dicen defender. En un contexto en el que la lucha por los derechos de las mujeres debe centrarse en la igualdad y el empoderamiento, el enfoque divisivo de Vox refleja una falta de comprensión y sensibilidad hacia la verdadera diversidad de experiencias de vida. Es esencial que la sociedad recoja el desafío de promover un diálogo inclusivo y respetuoso que respete las elecciones individuales, en lugar de caer en la trampa de la confrontación y la deshumanización que algunos están dispuestos a provocar.
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