La comunidad de Paiporta se encuentra sumida en un profundo malestar tras la devastadora tormenta que ha azotado la zona en los últimos días. “El pueblo limpiando y los militares en casa”, clamaba un ciudadano en una transmisión en directo, encapsulando la frustración de una población que no solo batalla contra el barro, sino también contra la sensación de abandono por parte de las autoridades. Mientras la naturaleza dejaba su huella destructiva, los ecos de la crisis también reverberaron en la arena política, donde el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) se enzarzan en una guerra de acusaciones sobre la gestión de la emergencia.
Los vecinos de Paiporta ya han superado el umbral de la paciencia. Las críticas no se han hecho esperar respecto al retraso en el envío de las tropas militares y a la falta de respuesta inmediata de los organismos de emergencia. La preocupación es palpable, con la población esperando no solo ayuda física, sino también una sensación de seguridad que parece esquiva. “Nos dicen que sigamos los protocolos, pero ¿qué hacemos cuando el barro nos ahoga?”, apuntaba una residente, evidenciando la disconformidad entre las instrucciones oficiales y la cruda realidad en la que viven.
La situación en Valencia ha desnudado una fractura en las relaciones entre las distintas fuerzas políticas. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, inició el ataque tras su visita al centro de Emergencias de l’Eliana, afirmando que la colaboración debería ser más activa. “No le pediría más colaboración, le pediría alguna colaboración”, dejó claro en sus declaraciones, señalando a Sánchez y su administración. Esta postura airea las diferencias no solo en la anticipación ante la catástrofe, sino también en la actual gestión de la crisis.
Mientras tanto, la respuesta del Gobierno, basada en datos y protocolos, se encuentra ante un fuego cruzado. “Los niveles de emergencia están claramente establecidos”, defendía el ministro de Política Territorial, ante las incómodas preguntas sobre la efectividad de las decisiones en momentos críticos. La extensión de la DANA ha revelado las dificultades inherentes en la coordinación de recursos entre las comunidades autónomas y el gobierno central, dejando a la vez un reguero de barro y desesperación a su paso.
En una atmósfera de creciente tensión, incluso desde el ámbito de la defensa, la ministra Margarita Robles apuntó que el Ejército estaba listo para actuar, pero la dirección de la emergencia recaía en la Generalitat. “La frustración es evidente”, confesó, indicando que la falta de recursos desplegados en algunos municipios podría haber amenazado la eficacia de la respuesta. La presión de los partidos opositores, como Compromís, recalca la necesidad de una intervención más contundente del gobierno central, evidenciando la lucha constante entre la gestión municipal y la coordinación nacional en situaciones de emergencia.
La comunidad, cada día más alerta, sigue esperando que la atención se desplace no solo al desastre material, sino también a la reconstrucción de la confianza en un sistema que debe emergir más fuerte y solidario tras las tormentas que sacuden tanto sus campos como sus instituciones.
La situación en Paiporta es un claro reflejo del falto de coordinación y respuesta por parte de las autoridades. La incapacidad del gobierno central y las administraciones locales para gestionar una catástrofe natural ha expuesto las profundas grietas en un sistema que debería priorizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. En lugar de demostrar liderazgo y ofrecer apoyo inmediato, los políticos se enzarzan en una guerra de culpas mientras la población se siente sola y abandonada. No es suficiente con enviar militares a última hora; se necesita un plan de acción claro y efectivo, y, sobre todo, una comunicación honesta y transparente con los afectados que va más allá de simples protocolos ineficientes.
Más allá del barro y los escombros, lo que verdaderamente se está destruyendo es la confianza en las instituciones. Este desgaste no solo afecta a la legitimidad de quienes gobiernan, sino que también socava el tejido social de la comunidad. La sensación de inseguridad se agrava cada día que pasa sin que las autoridades tomen medidas decididas y efectivas. Es el momento de que los responsables políticos dejen de lado sus diferencias y se unan para ofrecer soluciones reales a los problemas de la ciudadanía. La reconstrucción de Paiporta debe incluir, indiscutiblemente, la reconstrucción de la confianza en un sistema que debe ser capaz de proteger y servir a su gente en los momentos más críticos.
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