La lucha contra el narcotráfico en el Estrecho ha atravesado un punto crítico, marcando un notable retroceso en los esfuerzos del Estado para contener a las grandes familias dedicadas a esta actividad ilícita. Según informes de agentes de la Guardia Civil en Andalucía, el abaratamiento de la cocaína se ha convertido en un fenómeno preocupante, situando su precio actual entre 16.000 y 18.000 euros por kilogramo, una reducción significativa respecto a los 28.000 a 32.000 euros de hace dos años. Este descenso en el precio es considerado por los expertos como un termómetro que refleja la expansión del negocio narco que, en palabras de un agente, indica claramente que “tenemos un problema”.
La situación se ha vuelto especialmente alarmante en el Campo de Gibraltar, donde, tras el desmantelamiento del Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON-Sur) en 2022, el control de los clanes de la droga ha vuelto a consolidarse. Esta unidad, que durante años destacó por su eficacia en la lucha contra el narcotráfico, fue desarticulada supuestamente debido a acusaciones de corrupción basadas en evidencias no confirmadas. Los efectos de su eliminación son palpables: la disminución de las incautaciones de droga y el aumento en la operatividad de los clanes, que ahora operan con una tranquilidad que hace eco de épocas anteriores a la llegada del OCON-Sur.
Los informes apuntan a que los cargamentos de cocaína han sido introducidos por nuevos métodos, con el uso de narcolanchas que cruzan la costa andaluza y llegan hasta la desembocadura del río Guadalquivir. Esta estrategia se traduce en un constante flujo de alijos que aterrizan a diario, lo que complica aún más la tarea de las fuerzas del orden para hacer frente a esta realidad emergente. “El narco está tranquilo, acomodado y con capacidad de movimiento total”, advierte un agente que prefiere permanecer en el anonimato.
La alarma ha llegado incluso a la Fiscalía General del Estado, que en su Memoria Anual ha dejado entrever la preocupación por la situación en la provincia de Cádiz. La fiscal delegada, en palabras documentadas, subraya que la disminución en las incautaciones de droga se traduce directamente en una menor presión policial, vinculando este fenómeno con el desmantelamiento de OCON-Sur. La ausencia de este grupo operativo especializado ha creado un vacío que los clanes no han dudado en aprovechar.
En este contexto, las redes de tráfico de drogas vuelven a florecer, desafiando las estructuras estatales y evidenciando la falta de continuidad en las políticas contra el narcotráfico. Los agentes aseguran que la situación actual podría perdurar si no se establecen medidas efectivas para reactivar la presión sobre estas organizaciones delictivas. “Todo vuelve a estar inundado de droga”, concluye un agente que ha estado frente a la batalla contra el narcotráfico en los últimos años, mostrando una preocupación palpable por el futuro de la región.
La alarmante regresión en la lucha contra el narcotráfico en el Estrecho es un claro reflejo de la fragilidad de nuestras instituciones y políticas públicas. La decisión de desmantelar el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON-Sur), supuestamente en respuesta a acusaciones de corrupción, ha dejado un vacío operativo que los clanes delictivos han sabido aprovechar con notable eficacia. Es un error subestimar el impacto de la continuidad y la cohesión en las estrategias contra el narcotráfico; la persecución del crimen organizado no puede ser un esfuerzo a corto plazo, sino un compromiso estructural y sostenido que requiera de una redefinición de prioridades en la agenda política. Ahora, con precios de la cocaína que han caído drásticamente y una incapacidad palpable de las fuerzas del orden para hacer frente a esta situación, se plantea una pregunta inquietante: ¿qué se está haciendo verdaderamente para erradicar esta plaga que asola el litoral andaluz?
Además, el retorno a una operatividad casi sin restricciones de los clanes narco plantea un desafío crítico que no puede ser abordado únicamente desde la perspectiva represiva. Es imprescindible que se inviertan esfuerzos adicionales en la prevención y en el desarrollo de políticas sociales que ofrezcan alternativas a las comunidades afectadas, sobre todo en el Campo de Gibraltar, donde el narco se ha convertido en una sombra persistente. Las autoridades deben promover un enfoque integral que contemple no solo la persecución del delito, sino también la reconstrucción del tejido social y laboral que históricamente ha sido devastado por esta actividad ilícita. De lo contrario, el narcotráfico seguirá siendo un negocio floreciente, alimentado por la desesperación y la falta de oportunidades, mientras nuestras fuerzas de seguridad continúan atrapadas en un ciclo de frustración e impotencia.
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