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DANA trae tormentas y respiro, pero el calor extremo vuelve pronto a España.

Málaga vivirá un breve respiro con la llegada de una DANA atlántica, preludio a un fin de semana marcado por un calor extremo que podría superar los 42 grados.

DANA Atlántica trae un respiro fugaz a Málaga antes de la llegada de un calor abrasador

Málaga, 23 de junio de 2025 – Un respiro térmico, aunque efímero, se vislumbra en el horizonte para la provincia de Málaga y el resto de la Península Ibérica. Una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), proveniente del Atlántico, irrumpirá en la escena meteorológica, marcando un breve paréntesis antes de la llegada de una ola de calor que promete ser implacable. Los malagueños pueden esperar un alivio temporal de las altas temperaturas, pero deberán prepararse para un fin de semana de calor extremo.

La Aemet pronostica para hoy, lunes, un descenso térmico y la llegada de tormentas intensas y granizo, especialmente en el norte y el este de España. Si bien Málaga podría librarse de las precipitaciones más severas, no se descartan chubascos aislados y un descenso notable de las temperaturas máximas, brindando un respiro bienvenido tras semanas de calor sofocante. La brisa marina, habitual en la costa malagueña, jugará un papel crucial en moderar el impacto de este frente atlántico.

El calor acecha: un fin de semana de temperaturas extremas

No obstante, esta tregua será fugaz. A partir del jueves, la situación meteorológica sufrirá un vuelco radical. El repunte térmico será progresivo y constante, culminando en un fin de semana con temperaturas que rozarán niveles históricos. La Aemet advierte sobre un episodio de calor extremo, con máximas que podrían superar los 42 grados en el sur peninsular, incluyendo zonas del interior de Málaga. Las noches se volverán «tropicales», con mínimas que no descenderán de los 25 grados, dificultando el descanso y aumentando el riesgo de golpes de calor.

El aumento de las temperaturas será generalizado. Para el fin de semana, se espera que el termómetro supere los 35 grados en casi todo el país, exceptuando las zonas costeras del Cantábrico y las áreas de alta montaña. En el sur peninsular, incluyendo la provincia de Málaga, se alcanzarán o superarán los 40-42 grados, lo que demandará extremar las precauciones para evitar problemas de salud relacionados con el calor. Se recomienda mantenerse hidratado, evitar la exposición al sol en las horas centrales del día y proteger a los colectivos más vulnerables, como niños y ancianos. La Junta de Andalucía ya ha activado los protocolos de emergencia ante la previsión de altas temperaturas, reforzando la vigilancia sanitaria y ofreciendo recomendaciones a la población.

Este «respiro fugaz» que nos anuncia la DANA atlántica no es más que un cruel espejismo en el desierto climático que estamos construyendo. Celebrar una breve tregua de temperaturas extremas, cuando lo que verdaderamente necesitamos es una estrategia seria y a largo plazo para mitigar el cambio climático, resulta, cuando menos, irrisorio. La noticia, aunque útil para alertar sobre el peligro inminente, refuerza esa peligrosa normalización del desastre: asumimos olas de calor como inevitables, reaccionamos con protocolos de emergencia y recomendaciones básicas, pero evitamos el debate profundo sobre las causas y las soluciones estructurales. Nos estamos convirtiendo en expertos en gestionar la crisis, mientras ignoramos el elefante en la habitación: la necesidad de una transición energética radical y un cambio profundo en nuestros hábitos de consumo.

La Aemet cumple su función al advertir sobre el calor extremo, y la Junta de Andalucía al activar protocolos de emergencia. Sin embargo, estas medidas, aunque necesarias, son meros parches ante una herida que requiere cirugía mayor. ¿Qué estamos haciendo para adaptar nuestras ciudades al calor extremo? ¿Se están priorizando inversiones en infraestructuras verdes, en la mejora del aislamiento de los edificios, en la creación de refugios climáticos? Me temo que no. Seguimos apostando por un modelo turístico insostenible que agrava el problema, y mientras tanto, nos conformamos con aplazar lo inevitable: que Málaga, como otras ciudades del sur, se convierta en un lugar cada vez más inhóspito durante los meses de verano. La verdadera urgencia no es solo sobrevivir a la próxima ola de calor, sino impedir que sigan llegando.

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