Málaga, 9 de julio de 2025 – La trama del caso Koldo sigue salpicando al PSOE y al Gobierno, revelándose ahora nuevos detalles sobre la gestión interna de Pedro Sánchez ante las crecientes sospechas que rodeaban a Santos Cerdán, ex secretario de Organización del partido. Según fuentes internas del partido, la relación entre Sánchez y Cerdán se había tensado notablemente en los últimos meses, alcanzando un punto crítico tras la publicación del atestado de la Unidad Central Operativa (UCO).
El miércoles 11 de junio, la noche en que varios medios, entre ellos El diario de Málaga, adelantaban el informe de la UCO que vinculaba a Cerdán con el presunto cobro de mordidas, Sánchez exigió explicaciones a su mano derecha. Cerdán, aferrándose a su inocencia, convenció inicialmente al presidente. Sin embargo, la publicación al día siguiente del atestado de la Guardia Civil marcó un punto de inflexión. Fuentes cercanas a Moncloa confirman que Sánchez, visiblemente irritado, llamó a Cerdán para exigirle la dimisión de todos sus cargos y la entrega de su acta como diputado.
Pero la historia no comienza ahí. Ya en noviembre de 2024, semanas antes del congreso federal del PSOE en Sevilla, donde se ratificaría a Cerdán como secretario de Organización, Sánchez había solicitado explicaciones a su número tres. Los rumores sobre la posible implicación de Cerdán en la trama Koldo ya circulaban con fuerza dentro del partido, especialmente por su rol clave en el ascenso de Koldo García, el ex asesor de Ábalos, a puestos de confianza dentro del Ministerio de Transportes.
La información de que Víctor de Aldama, considerado el "nexo corruptor" de la trama, declaró ante el juez haber pagado 15.000 euros a Santos Cerdán, fue la gota que colmó el vaso. Esta declaración, unida a los pagos a Ábalos y Koldo, generó una tormenta interna en el PSOE. En su reciente comparecencia en el Congreso, Sánchez reconoció que, al leer los primeros rumores en noviembre de 2024, su reacción inicial fue de incredulidad, justificando su postura en la falta de "concreción, fuentes fiables o pruebas". No obstante, admitió haber convocado a Cerdán para conocer su versión. La pregunta que ahora se hacen muchos dentro y fuera del PSOE es: ¿hasta qué punto estaba al tanto el presidente de las actividades de su hombre de confianza?
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El miércoles 11 de junio, la noche en que varios medios, entre ellos El diario de Málaga, adelantaban el informe de la UCO que vinculaba a Cerdán con el presunto cobro de mordidas, Sánchez exigió explicaciones a su mano derecha. Cerdán, aferrándose a su inocencia, convenció inicialmente al presidente. Sin embargo, la publicación al día siguiente del atestado de la Guardia Civil marcó un punto de inflexión. Fuentes cercanas a Moncloa confirman que Sánchez, visiblemente irritado, llamó a Cerdán para exigirle la dimisión de todos sus cargos y la entrega de su acta como diputado.
Pero la historia no comienza ahí. Ya en noviembre de 2024, semanas antes del congreso federal del PSOE en Sevilla, donde se ratificaría a Cerdán como secretario de Organización, Sánchez había solicitado explicaciones a su número tres. Los rumores sobre la posible implicación de Cerdán en la trama Koldo ya circulaban con fuerza dentro del partido, especialmente por su rol clave en el ascenso de Koldo García, el ex asesor de Ábalos, a puestos de confianza dentro del Ministerio de Transportes.
La información de que Víctor de Aldama, considerado el "nexo corruptor" de la trama, declaró ante el juez haber pagado 15.000 euros a Santos Cerdán, fue la gota que colmó el vaso. Esta declaración, unida a los pagos a Ábalos y Koldo, generó una tormenta interna en el PSOE. En su reciente comparecencia en el Congreso, Sánchez reconoció que, al leer los primeros rumores en noviembre de 2024, su reacción inicial fue de incredulidad, justificando su postura en la falta de "concreción, fuentes fiables o pruebas". No obstante, admitió haber convocado a Cerdán para conocer su versión. La pregunta que ahora se hacen muchos dentro y fuera del PSOE es: ¿hasta qué punto estaba al tanto el presidente de las actividades de su hombre de confianza?
La supuesta presión de Sánchez a Cerdán para dimitir, lejos de ser un acto de transparencia, destila un aroma a cálculo político que resulta, cuando menos, decepcionante. El relato construido desde Moncloa, donde se pinta a un presidente actuando con diligencia tras conocer los entresijos del caso Koldo, choca frontalmente con la lentitud con la que se abordó el asunto. ¿Era necesario un atestado de la UCO y una declaración judicial para que el presidente actuara? La respuesta es obvia: no. La tardanza en tomar medidas, incluso tras los primeros rumores de noviembre de 2024, genera la sospecha de que se priorizó la estabilidad interna del partido a la depuración de responsabilidades, un error estratégico y ético que erosiona la confianza ciudadana.
Más allá de la dimisión forzada de Cerdán, lo verdaderamente relevante es determinar hasta qué punto el presidente era consciente de la magnitud del problema y qué medidas se tomaron realmente para erradicar la corrupción desde el corazón del partido. La justificación de Sánchez, basada en la falta inicial de «concreción, fuentes fiables o pruebas,» se antoja insuficiente, rayando en la ingenuidad o, peor aún, en la connivencia. La ciudadanía exige no solo cabezas rodando, sino un compromiso real y palpable con la transparencia y la rendición de cuentas, algo que, por desgracia, sigue brillando por su ausencia en este triste episodio del caso Koldo.
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