La jornada de hoy en el proceso judicial que investiga irregularidades en el concurso para la plaza de coordinador de actividades musicales de los Conservatorios de Badajoz ha dejado sin aliento a los presentes. Nersés Avakimyán Gasparóv, uno de los 11 postulantes que se presentó en 2017, ha comparecido ante la jueza Beatriz Biedma, donde reveló no haber conocido nunca su clasificación final, un hecho que plantea serias dudas sobre la transparencia del procedimiento y que ha añadido un nuevo capítulo a esta compleja trama.
El aspirante, reconocido violinista que finalmente accedió en 2019 como profesor en el conservatorio profesional ‘Juan Vázquez’, ha explicado que la falta de información sobre su calificación le llevó a descartar la idea de presentar un recurso. «Nunca tuve la intención de impugnar nada, aparte de que la salud de mi familia requería mi atención en esos años», señaló Avakimyán, quien se veía inmerso en un entorno musical donde los lazos entre los candidatos eran evidentes: «De nuestro mundillo nos conocíamos todos los aspirantes», afirmó.
La situación se complica aún más con la revelación de que el abogado de algunos funcionarios imputados, Rafael Arenas, ha informado al testigo que su puntuación final fue la cuarta, un dato que Avakimyán desconocía hasta el día de hoy. Para colmo, los otros aspirantes tienen la sospecha de que él fue compensado en segunda posición, lo que añade más leña al fuego sobre las prácticas de favoritismo en el proceso. «Las bases no especificaban el baremo que se aplicaría a los candidatos, lo cual me parece desleal», enfatizó el violinista, quien, a pesar de sus inquietudes, nunca se atrevió a formalizar una queja ante la administración.
Además, la figura del ganador, David Sánchez Pérez-Castejón, hermano del presidente del Gobierno, se cierne sobre toda la situación como un símbolo de nepotismo que sigue generando desconfianza entre los artistas de la región. Avakimyán, en su declaración, negó haber tenido interacciones frecuentes con el hermano del presidente, asegurando que «nunca lo ha visto» en los pasillos del conservatorio, a pesar de que ambos pertenecen al mismo ámbito musical.
La jornada no ha estado exenta de contratiempos, ya que el ex líder de Podemos en Extremadura, quien inicialmente iba a denunciar las prácticas de enchufismo, no pudo testificar por «problemas informáticos”, lo que deja pendiente una exposición que podría arrojar más luz sobre el caso. Este revés vuelve a poner de manifiesto la fragilidad del sistema que se esperaría robusto para manejar denuncias de tal magnitud.
La saga judicial sobre el concurso de Badajoz revela no solo posibles irregularidades, sino también una herida abierta en el tejido cultural de la región. La búsqueda de justicia y transparencia en el mundo de la música se ha vuelto un eco que resuena en las conciencias de quienes aspiran a puestos de trabajo en un panorama donde la meritocracia parece estar en entredicho.
La reciente comparecencia de Nersés Avakimyán en el judicial concurso de coordinador musical en Badajoz, pone de manifiesto la profunda crisis de transparencia que atraviesa no solo el proceso en cuestión, sino el propio sistema en el que se articula la cultura musical de la región. La incertidumbre en torno a las puntuaciones y las alegaciones de favoritismo hacen cuestionar la meritocracia que debería prevalecer en un ámbito tan delicado y significativo como la educación musical. La revelación de que Avakimyán ignoraba su clasificación final no solo refleja una grave falta de comunicación dentro de la administración, sino que también genera un ambiente de desconfianza que ahoga las voces de quienes buscan un espacio justo y equitativo para desarrollarse. Si bien Avakimyán se muestra comprensivo respecto a su falta de acción en el momento, es esencial preguntarse qué otras voces han sido silenciadas en un sistema que parece proteger a unos pocos a expensas de muchos.
Adicionalmente, la sombra del nepotismo se cierne sobre este caso, convirtiendo la narrativa en un reflejo oscuro de las prácticas que erosionan la credibilidad de las instituciones culturales. Las implicaciones de que el ganador del concurso esté vinculado familiarmente con el poder político generan desconfianza y cuestionan la objetividad de todo el proceso. La situación se agrava con la incapacidad de algunos testigos para comparecer debido a inconvenientes logísticos, lo que revela una preocupante fragilidad en el sistema judicial encargado de esclarecer estos escándalos. En este contexto, es fundamental que las autoridades tomen cartas en el asunto, reforzando los mecanismos de transparencia y asegurando que el acceso a posiciones de responsabilidad en el ámbito musical no se convierta en una puerta trasera para prácticas corruptas, sino en un verdadero camino basado en el talento y la dedicación. La cultura merece ser defendida con rigor y justicia, pero esto solo será posible si se comienza a escuchar a quienes realmente están en la batalla por hacerlo mejor.
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