La odisea de Reyes Rigo, la activista mallorquina que formaba parte de la Global Sumud Flotilla y que permanecía retenida en Israel tras el incidente del pasado 1 de octubre, parece estar llegando a su fin. Hoy, viernes 10 de octubre de 2025, se ha confirmado que Rigo ha alcanzado un acuerdo con la Fiscalía de la región de Neguev, allanando el camino para su deportación y regreso a España. La noticia, confirmada por el consulado español al hermano de Rigo, trae un rayo de esperanza tras días de incertidumbre y preocupación por su situación.
La concejal de Unidas Podemos en el Ayuntamiento de Palma, Lucía Muñoz, quien compartió la travesía de la Flotilla con Rigo, ha sido una fuente crucial de información en este caso. Según ha transmitido a Europa Press, la familia de la activista se encuentra ahora en la fase final del proceso: contactar con el abogado defensor y proceder al pago de una multa cuyo importe aún se desconoce. Este pago, esencial para formalizar el acuerdo, permitirá que Rigo abandone territorio israelí y regrese a su hogar en Mallorca.
La clave para desbloquear esta situación, según fuentes cercanas al caso, ha sido la admisión por parte de Rigo de un altercado menor con una funcionaria israelí. Al parecer, la activista reconoció haber actuado en defensa propia durante un incidente que tuvo lugar en la prisión de Keziot, donde permanecía retenida. Este reconocimiento de una agresión leve, paradójicamente, ha abierto la puerta a un acuerdo que evita un proceso judicial más largo y complejo, permitiendo así su inminente deportación.
El acuerdo con la Fiscalía se produce después de que ésta presentara cargos formales contra Rigo, llegando incluso a solicitar su prisión preventiva. Según la Policía israelí, la activista se había negado a ingresar en una celda y había agredido a una guardia de la prisión, causándole lesiones al morderle la mano. Estas acusaciones, que datan del pasado domingo, habían complicado significativamente la situación de Rigo, poniendo en peligro su liberación. Sin embargo, la negociación y la admisión parcial de los hechos han logrado un giro favorable en el caso. La expectación ahora se centra en la rapidez con la que se puedan completar los trámites para que Reyes Rigo pueda, finalmente, volver a España.
El caso de Reyes Rigo, más allá del alivio por su inminente regreso, arroja una sombra inquietante sobre la **disparidad de criterios y la flexibilidad selectiva de la justicia israelí**. Que la admisión de un «altercado menor» baste para sortear cargos graves, incluyendo la solicitud de prisión preventiva, revela una negociación opaca donde la línea entre la seguridad jurídica y la conveniencia política se difumina peligrosamente. Es imperativo preguntarse si este acuerdo, celebrado como un triunfo, no sienta un precedente peligroso, validando tácitamente la detención de activistas pro palestinos bajo acusaciones fácilmente manipulables. La benevolencia repentina de la fiscalía, tras la contundencia inicial, invita a la suspicacia y nos exige un análisis crítico de las motivaciones subyacentes.
Por otro lado, este episodio debería servir de **llamada de atención a la diplomacia española**. Si bien el consulado ha estado en contacto con la familia, la lentitud en la resolución del caso y la dependencia de la negociación individual de la activista para su liberación plantean serias dudas sobre la eficacia de la protección consular en situaciones de conflicto. No basta con facilitar el regreso; es fundamental exigir garantías para que ciudadanos españoles que participan en misiones humanitarias legítimas no sean objeto de criminalización y detenciones arbitrarias. La inacción o la tibieza diplomática no solo desprotegen a nuestros ciudadanos, sino que también envían un mensaje preocupante sobre nuestro compromiso con la defensa de los derechos humanos a nivel internacional.
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