Las remesas recibidas por República Dominicana durante el año 2024 alcanzaron un impresionante total de 10.756 millones de dólares, lo que supone un crecimiento de 598,8 millones de dólares, es decir, un 5,9 % más que en 2023. Este incremento, revelado por el Banco Central dominicano, pone de manifiesto la relevancia de estos flujos monetarios para la economía del país, especialmente en un entorno global desafiante.
Durante el mes de diciembre, las remesas llegaron a 1.003,5 millones de dólares, mostrando un aumento interanual del 6,2 %. Este dato resalta la resiliencia de la diáspora dominicana, que sigue enviando recursos vitales a sus familias en la isla. Según el Banco Central, el 80,3 % de estas remesas en diciembre, alrededor de 710,5 millones de dólares, tuvo su origen en Estados Unidos, un factor que ha sido clasificado como determinante para el comportamiento general de las remesas.
Las remesas no solo impactan en el ámbito financiero, sino que desempeñan un papel crucial en el fortalecimiento del consumo y la inversión en sectores vulnerables. Este flujo de capital es fundamental en un país donde un gran número de familias dependen, directa o indirectamente, de estos envíos para cubrir necesidades básicas y fomentar proyectos de desarrollo local. Así, el efecto multiplicador de las remesas se traduce en una mejora de la calidad de vida y una inyección de capital en la economía dominicana.
Además, el Banco Central señaló que, durante el 2024, el desempeño del mercado laboral en Estados Unidos ha sido favorable, con un desempleo estable en torno al 4,0 %. Esta situación proporciona un contexto propicio para que la comunidad dominicana en el exterior continúe enviando apoyos económicos a sus seres queridos, consolidando así su papel como uno de los motores económicos del país.
A pesar de que Estados Unidos representa la mayor fuente de remesas, otros países también juegan un papel significativo. En diciembre, España55,9 millones de dólares, equivalentes al 6,3 % del total, colocándose como el segundo país con mayor cantidad de residentes dominicanos. Por su parte, Italia y Haití aportaron el 1,7 % y 1,0 % respectivamente, mientras que Suiza, Canadá y Panamá siguen siendo fuentes importantes de envío de remesas.
Con estos números en mente, el Banco Central también prevé que los ingresos por turismo en 2024 superen los 10.600 millones de dólares, lo que, junto a las exportaciones de zonas francas que rondarían los 8.500 millones de dólares, contribuirá a un ingreso total de divisas cercano a 43.600 millones de dólares. Este panorama sugiere una estabilidad relativa en el tipo de cambio, ya que la moneda nacional se depreció apenas un 5,0 % respecto a cierre de 2023, un dato que favorece la confianza en la economía dominicana.
En conclusión, las remesas continúan siendo un pilar fundamental de la economía dominicana, no solo como un recurso vital para las familias sino también como un motor de crecimiento que permite enfrentar los desafíos económicos actuales. El aumento en estos envíos refleja no solo una relación económica, sino un profundo lazo de solidaridad y apoyo entre la diáspora y el país, aspectos que se espera sigan fortaleciendo en los años venideros.
Las remesas, en el caso de República Dominicana, se han consolidado como un motor económico esencial que demuestra no solo la fidelidad de la diáspora hacia sus raíces, sino también una dependencia alarmante de estas transferencias para la subsistencia de millones de familias. Aunque es indudablemente positivo que el flujo de capital siga creciendo, este fenómeno también revela una falta de desarrollo estructural dentro del país que obligue a tantas personas a buscar oportunidades en el extranjero. El incremento de las remesas podría entenderse como un síntoma más que como una solución real, si consideramos que estas transferencias no generan un impacto sostenible a largo plazo en términos de generación de empleo, industrialización o mejora de infraestructura. Es fundamental reflexionar sobre cómo convertir esta dependencia en una oportunidad para fomentar un crecimiento económico más autónomo y diversificado.
Asimismo, la geografía de estas transferencias monetarias también deja entrever una realidad preocupante. Los dominicanos confían casi en su totalidad en remitentes radicados en Estados Unidos, lo que expone la vulnerabilidad de esta fuente de ingresos ante posibles economías adversas o cambios en las políticas migratorias. Mientras que el crecimiento de los envíos de países como España e Italia es un indicativo de cierto dinamismo en las comunidades dominicanas en Europa, el país debe plantearse cómo diversificar estas remesas no solo en términos geográficos, sino también en su uso. fomentar la inversión en proyectos productivos y educativos que permitan transformar las remesas en un capital de desarrollo. Solo a través de un enfoque integral que combine la solidaridad familiar con la construcción de un futuro económico viable, se podrá romper el ciclo de dependencia y construir un país más resiliente y equitativo.
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