La ciudad de Málaga ha dado un paso decisivo en su camino hacia la consolidación como un núcleo industrial en Andalucía, gracias a una estrategia que enfatiza la innovación, la sostenibilidad y la digitalización. La Fundación CIEDES ha revelado un informe titulado «La industria de Málaga: Alineación de las políticas europeas, nacionales y regionales», el primero de la serie Málaga Metrópolis Global, en el que se evidencia un crecimiento industrial del 14,8% entre 2015 y 2019, cifra que supera con creces el 8,2% de media en la comunidad autónoma.
El análisis detallado de la situación industrial en Málaga indica que el Valor Añadido Bruto (VAB) alcanzó los 1.944 millones de euros en 2019, lo que significa que el sector industrial representa un 6% del VAB total de la provincia. Aunque esta cifra aún queda por debajo de la media andaluza del 11,3% y de la nacional del 15,8%, el dinamismo del sector es innegable. Con un aumento del 28,3% en el empleo industrial en los últimos cinco años, Málaga ha creado cerca de 31.600 empleos en una diversidad de sectores, entre los que destacan la manufactura y la industria medioambiental.
El informe destaca que en 2022, el volumen de exportaciones industriales de Málaga ascendería a 1.628,6 millones de euros, representando más de la mitad del total provincial. Este crecimiento refleja un tejido empresarial resiliente y dinámico, que ha encontrado en los sectores extractivo, manufacturero y tecnológico un trampolín hacia el éxito. Pero las cifras sólo cuentan parte de la historia: la sostenibilidad y la innovación emergen como pilares fundamentales en los planes futuros, alineando a la industria malagueña con las directrices de la Unión Europea para una transición ecológica y digital.
El informe también subraya la significativa necesidad de potenciar la colaboración público-privada para abordar desafíos como la captación de talento especializado y la inversión en investigación y desarrollo (I+D). Las iniciativas en marcha están orientadas a crear empleos que no solo sean estables, sino también de calidad, lo cual permitirá a Málaga navegar las exigencias de un mercado global en constante transformación. Se proyecta que la neutralidad climática para 2050 y la utilización de los fondos europeos Next Generation EU serán cruciales para el impulso de la competitividad del sector industrial malagueño.
El estudio también explora el contexto del espacio metropolitano ampliado, que incluye 14 municipios, entre los que destacan Antequera, Marbella y Vélez Málaga. La capital malagueña se perfila como un referente industrial, concentrando el 18,4% de los espacios productivos de la región y alberga cerca de dos tercios de las empresas industriales. Con sectores clave como la aeronáutica, la industria química y la reparación de maquinaria, Málaga se posiciona estratégicamente para ser uno de los principales motores económicos de Andalucía.
Con un enfoque claro en la sostenibilidad, la innovación y la colaboración, Málaga no solo avanza en su consolidación como un actor clave en la industria andaluza, sino que también se erige como un modelo a seguir en el desarrollo económico y social del país.
La reciente noticia sobre el crecimiento industrial de Málaga constituye un fenómeno que merece una valoración crítica. Aunque los números son halagüeños, con un aumento del 14,8% en el sector industrial y la creación de 31.600 empleos, no debemos caer en la complacencia. Si bien es cierto que la ciudad se está proyectando como un referente industrial en Andalucía, es indispensable que se mantenga un enfoque riguroso en la calidad de estos empleos y una profunda evaluación de las realidades que enfrenta la clase trabajadora. A medida que el sector se expande, también debe haber un compromiso claro por parte de los actores políticos y empresariales para asegurar que esta transformación beneficie de manera equitativa a la población malagueña, sin dejar atrás a aquellos que históricamente han sido excluidos del desarrollo industrial.
Además, la dependencia de las exportaciones y el deslumbrante énfasis en la sostenibilidad y la digitalización deben ser abordados con cautela. La colaboración público-privada es necesaria, pero también lo es una vigilancia crítica de los resultados que estas alianzas generan. Mientras se avanza hacia metas como la neutralidad climática para 2050, es fundamental que Málaga no solo capitalice la oportunidad económica, sino que transforme su industria en un modelo que priorice el bienestar social y la cohesión territorial. En este sentido, la ciudad tiene la responsabilidad de no solo ser un motor de crecimiento, sino también un ejemplo de equidad social en el marco de un desarrollo sostenible y justo.
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