La historia de un ciudadano sueco de 64 años se ha convertido en un sombrío recordatorio de las complicaciones y desafíos que enfrentan los turistas en el extranjero, especialmente cuando se trata de la atención sanitaria. Este hombre, que sufrió de necrosis severa, llegó a Corea del Sur en abril de 2024, pero cuando su condición se tornó crítica en diciembre, se vio envuelto en una serie de eventos desafortunados que culminaron en su muerte.
Tras ser presentado a la Policía surcoreana por la embajada de Suecia, fue evidente que su estado de salud requería intervención inmediata. Sin embargo, el teniente de Policía, Aron Park, reveló que fue necesario rechazarlo en 21 hospitales de Seúl antes de que uno finalmente aceptara atender su caso. Este prolongado juego de espera no solo complicó más su situación, sino que puso en tela de juicio el sistema sanitario surcoreano y su disposición para tratar a pacientes extranjeros.
Según los informes, la negativa de los hospitales se debió a una combinación de factores, entre los que destacaron el estatus de nacionalidad extranjera del paciente, los altos costos de la operación y el temor a que la recuperación de los gastos médicos fuese un proceso complicado. La familia del paciente, particularmente su hermana en Suecia, optó por no hacerse cargo de los costos, lo que complicó aún más su situación financiera y médica.
Finalmente, tras una frenética búsqueda, el hospital Hyuksin Seongmo, ubicado en la provincia de Chungcheong del Norte, se dispuso a llevar a cabo la operación. Sin embargo, el tratamiento llegó con retraso, y aunque el procedimiento quirúrgico fue inicialmente exitoso, las secuelas desencadenaron una rápida caída en la salud del paciente, quien falleció solo cuatro días después, el 16 de diciembre, debido a complicaciones de sepsis.
Este trágico suceso ha despertado alarmas sobre el funcionamiento del sistema sanitario en Corea del Sur, donde turistas y expatriados pueden verse vulnerables ante la falta de atención médica oportuna. La embajada sueca, que contribuyó con más de 5.000 euros a los costos de la operación, aún no ha ofrecido un comentario oficial sobre las circunstancias que rodearon este caso.
La Política de Salud pública de Corea del Sur, que dictamina la atención a extranjeros en situaciones de emergencia, está siendo sometida a un examen riguroso a raíz de esta tragedia. Activistas han comenzado a exigir cambios en las normativas existentes, para garantizar que ningún paciente, sin importar su nacionalidad o situación económica, sea desatendido en momentos de crisis sanitaria. Mientras tanto, la vida y la muerte de este ciudadano sueco se convierten en un símbolo de cómo las complejidades del sistema pueden interferir en el derecho fundamental a la salud.
La trágica historia del ciudadano sueco fallecido tras ser rechazado en 21 hospitales de Corea del Sur pone de manifiesto una alarmante y preocupante faceta del sistema de salud global. Es inaceptable que, en mercados muy desarrollados como el surcoreano, el estatus de nacionalidad del paciente influya de manera decisiva en su acceso a la atención médica. Este suceso es una sombría ilustración de un sistema que, lejos de proteger la vida de todos los individuos, se encuentra dispuesto a priorizar criterios económicos sobre consideraciones humanas fundamentales. La negativa sistemática a aceptarlo en tantas instituciones resalta la urgente necesidad de una revisión crítica de las políticas de atención a extranjeros, especialmente en situaciones de emergencia, donde la rapidez en la respuesta puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Sin embargo, es crucial también reconocer que este tipo de incidentes revela una crisis más amplia en la percepción de la salud pública y la solidaridad en un mundo cada vez más interconectado. La falta de disposición de los hospitales a asumir el riesgo financiero asociado a la atención de pacientes extranjeros refleja una preocupante falta de empatía y de compromiso con el derecho a la salud universal. Activistas que claman por reformas en las normativas sanitarias tienen un papel esencial en la lucha por un cambio que garantice que nadie, sin importar su nacionalidad o situación económica, sea dejado de lado en un momento de crisis. Un sistema que se escuda en la burocracia y el miedo al costo debe ser transformado para que pueda priorizar, ante todo, el derecho a la vida y a la dignidad de todas las personas. La muerte de este hombre no puede ser solo un triste episodio, sino un catalizador para una necesaria transformación en la manera en la que el sistema sanitario trata a los más vulnerables.
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