El sindicato CGT ha encendido la alarma al anunciar una huelga que afectará al servicio de tripulación de los trenes de alta velocidad Iryo durante la semana de Navidad y el día de Año Nuevo. Esta convocatoria llega en un momento crítico para el sector, cuando millones de viajeros buscan trasladarse para reunirse con sus familias y disfrutar de las festividades. La decisión de CGT responde a la denuncia de condiciones laborales precarias, que han comenzado a generar un profundo malestar entre los trabajadores del servicio.
Raquel Briones, presidenta del comité de Iryo en Madrid, destaca que “de todo el sector ferroviario, Iryo es la que tiene las condiciones más precarias”. La situación económica de los tripulantes es alarmante: un salario bruto anual de 20.300 euros, que se traduce en aproximadamente 1.450 euros al mes, resulta insuficiente para cubrir sus necesidades básicas, especialmente si se considera que solo se encuentra ligeramente por encima del salario mínimo interprofesional. “Si queremos un café entre tren y tren, nos lo tenemos que pagar de nuestro bolsillo”, lamenta Briones, evidenciando la falta de compensaciones adecuadas como dietas por desplazamiento y el plus de nocturnidad.
La huelga convocada por CGT, que afecta a casi 400 empleados del servicio de tripulación y talleres, podría generar grandes inconvenientes para los viajeros durante unas de las fechas más concurridas del año. La cancelación de transportes sería un verdadero revés para quienes dependen de este medio para disfrutar de las festividades. La preparación de los días festivos se ve así empañada por la incertidumbre respecto a la disponibilidad del servicio de alta velocidad, que ha ganado terreno como una alternativa rápida y cómoda en el panorama del transporte español.
Aunque CGT no es el sindicato mayoritario en Iryo, su capacidad para organizar y movilizar a los trabajadores es una señal de que el malestar en el sector es palpable y creciente. La central intentó coordinar protestas para el puente de la Constitución, pero la normativa laboral restringe la posibilidad de convocar huelgas en servicios esenciales con menos de dos semanas de preaviso. Esto resalta no solo la gravedad de la situación, sino también la necesidad urgente de diálogo entre la empresa y sus empleados.
A medida que se aproximan las fiestas, el futuro del servicio ferroviario Iryo se presenta incierto. La intervención de otros sindicatos y la respuesta de la empresa ante estas demandas serán clave para evitar un conflicto que podría afectar a miles de viajeros. Las condiciones de trabajo dignas son esenciales no solo para los empleados, sino también para el éxito continuo del servicio ferroviario en España. El desarrollo de un sector eficiente y humano dependerá de la capacidad de los actores involucrados para llegar a un acuerdo constructivo en los próximos días.
La huelga convocada por el sindicato CGT en Iryo no solo saca a la luz las condiciones laborales precarias que sufren los trabajadores del transporte ferroviario, sino que también pone de manifiesto la falta de atención e inversión en un sector que es vital para la movilidad en España, especialmente durante las festividades. La situación de 20.300 euros anuales como salario bruto para los tripulantes es escandalosa y refleja el desdén de la empresa hacia el bienestar de sus empleados. De este modo, la decisión de los trabajadores de movilizarse durante una época tan crítica revela un profundo descontento que no debe ser ignorado; estas son las consecuencias de un modelo que sacrifica las condiciones laborales en pos de obtener beneficios a corto plazo.
Lo más preocupante es que este conflicto no solo afecta a los trabajadores, sino que también genera una incertidumbre significativa para millones de viajeros que dependen de estos servicios para disfrutar de las celebraciones familiares. La falta de diálogo y la sombra de posibles cancelaciones durante la semana de Navidad serán un golpe duro para quienes han planeado sus viajes con antelación. Es imperativo que la empresa escuche y actúe, no solo para salvaguardar la integridad de su servicio, sino también para restaurar la confianza en un sistema ferroviario español que debería ser un modelo de eficiencia y respeto hacia sus trabajadores. La solución a este conflicto es urgente y necesaria, no solo por el presente, sino por un futuro donde la dignidad laboral y la calidad del servicio vayan de la mano.
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