Madrid, 5 de octubre de 2025 – El Real Madrid Baloncesto ha arrancado la temporada de la Liga Endesa con un triunfo incontestable sobre el Dreamland Gran Canaria, imponiéndose por 81-71 en un Movistar Arena que rugió con 6.832 gargantas. Más allá del resultado, la victoria blanca confirma las buenas sensaciones que el equipo de Sergio Scariolo viene dejando tras la victoria frente a Olympiacos en la Euroliga. La cohesión del equipo, la profundidad de banquillo y el talento desbordante fueron demasiado para un Gran Canaria que luchó, pero se vio superado en cada faceta del juego.
El encuentro comenzó con un Real Madrid avasallador, cimentando su dominio en una defensa asfixiante y un ataque fluido. Facundo Campazzo, dirigiendo la orquesta blanca con maestría, demostró desde el primer minuto por qué su regreso era tan esperado, repartiendo juego y electrificando cada posesión. La solidez de Walter Tavares en la pintura, complementada con la potencia de Trey Lyles desde el perímetro, dibujaron un panorama complicado para los canarios desde el salto inicial.
Si bien el colectivo blanco fue la clave, las actuaciones individuales no pasaron desapercibidas. Mario Hezonja demostró su ambición de liderar al equipo, desplegando un recital ofensivo que castigó sin piedad la defensa rival. Su acierto desde el triple y su capacidad para generar puntos en situaciones de uno contra uno lo convierten en una pieza fundamental en los esquemas de Scariolo. Pero la verdadera sorpresa de la noche fue el debut de Izan Almansa. El joven jugador, con una energía contagiosa, dejó pinceladas de su enorme potencial, mostrando descaro y entrega en cada minuto que pisó la cancha. Su adaptación al juego del Real Madrid promete emociones fuertes.
Más allá del marcador, el encuentro dejó momentos para el recuerdo. Sergio Llull, leyenda viva del baloncesto español, alcanzó la cifra de 2.000 asistencias en la Liga Endesa, un hito que refleja su compromiso y su visión de juego. Pero la jugada de la noche, sin duda, fue el canastón desde su propio campo de Chuma Okeke sobre la bocina del tercer cuarto. Un lanzamiento improbable que encendió al público y elevó la temperatura del Movistar Arena.
En definitiva, una victoria convincente del Real Madrid que sirve como declaración de intenciones para esta temporada. Un equipo con hambre de títulos, con un banquillo profundo y con jugadores capaces de marcar la diferencia en cualquier momento. Si mantienen este nivel de juego, los blancos serán un rival temible para cualquier equipo que se cruce en su camino.
La victoria del Real Madrid, más allá del titular complaciente, deja entrever una realidad que quizás no sea tan halagüeña para el baloncesto nacional. Si bien el regreso de Campazzo añade brillantez y la irrupción de Almansa ilusiona, la dependencia excesiva de individualidades como Hezonja podría convertirse en un problema a largo plazo. ¿Estamos ante un equipo realmente cohesionado o ante una suma de talentos esperando ser dirigidos con mano firme? La temporada es larga y las respuestas, como los buenos vinos, necesitan tiempo para decantarse.
Por otro lado, la «desdibujada» imagen del Gran Canaria, como apunta el titular, debería generar cierta preocupación en la Liga Endesa. La brecha entre los grandes y el resto de equipos se agranda, amenazando la competitividad y el interés de la competición. Urge una reflexión profunda sobre cómo fortalecer a los equipos modestos, quizás incentivando la inversión en cantera o revisando el sistema de fichajes. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir la Liga Endesa en un mero escaparate del Real Madrid y el Barcelona, relegando al resto a un papel de comparsa.
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