En un día lleno de adrenalina y camaradería, los jugadores del FC Barcelona se dieron cita en el Circuito de Terramar, un icónico autódromo en Sant Pere de Ribes, donde disfrutaron de una jornada de conducción única. La prueba no solo fue un ejercicio de velocidad, sino también una oportunidad para que los futbolistas personalizaran los vehículos que pronto conducirán en su vida diaria, fruto de su asociación con la marca Cupra.
El ambiente en el circuito estaba cargado de energía mientras el entrenador Hansi Flick y 22 de sus jugadores se preparaban para la acción. Estrellas indiscutibles como Marc-André ter Stegen, Ronald Araujo, Frenkie de Jong, Raphinha y Pedri se entremezclaron con jóvenes talentos como Fermín López y Marc Casadó, convirtiendo el evento en una auténtica celebración del fútbol y la velocidad.
Los futbolistas no solo se conformaron con disfrutar del paisaje, sino que se lanzaron a un emocionante desafío en carreras y pruebas de habilidad en las que tuvieron que maniobrar entre conos. Aunque muchos se lanzaron a la pista con determinación, algunos, como Íñigo Martínez y Ferran Torres, no dudaron en llevar su competitividad a otro nivel, causando risas y más de un incidente divertido al derribar obstáculos en el camino. Las imágenes compartidas por el club revelaron momentos de pura tensión y diversión, especialmente para aquellos que se encontraban en el asiento del copiloto, como Pedri y ter Stegen, cuyos rostros reflejaban la mezcla de emoción y miedo ante la velocidad que alcanzaban sus compañeros.
No obstante, quien se robó el espectáculo fue el portero Wojciech Szczęsny. Su risa contagiosa resonaba en todo el circuito, tanto en su papel de conductor como de copiloto. El polaco no escatimó en bromas, riéndose de sus compañeros mientras algunos luchaban por mantener la calma en los giros más intensos. Su actitud relajada y divertida no pasó desapercibida en las redes sociales, donde se volvió el protagonista de varios memes y videos.
Este evento no solo sirvió para estrechar lazos entre los jugadores, sino que también fortaleció la colaboración entre el FC Barcelona y Cupra. La posibilidad de personalizar los vehículos que recibirán en el futuro añade un toque personal a su vida fuera del campo, integrando así su entorno profesional con un toque de estilo y distinción. Los aficionados del club ven esta experiencia como un reflejo de la unión que reina en el equipo, donde la competencia no se limita a la cancha, sino que también trasciende a momentos de diversión y amistad.
En resumen, la jornada en el Circuito de Terramar fue un recordatorio de que, a pesar de la seria competencia que implica ser parte de un club tan prestigioso, siempre hay espacio para la diversión y las risas entre compañeros de equipo. Sin duda, un día que quedará grabado tanto en la memoria de los futbolistas como en la de los aficionados que siguen su trayectoria. La temporada aún tiene mucho por ofrecer, pero estos momentos de alegría son fundamentales para mantener la moral alta en el vestuario culé.
La reciente jornada de los jugadores del FC Barcelona en el Circuito de Terramar ha generado diversas reacciones que van más allá de la mera diversión. Si bien es indiscutible que estos momentos de camaradería y esparcimiento son necesarios para el bienestar mental de un equipo que afronta una temporada cargada de presión, resulta importante cuestionar el verdadero impacto de actividades como esta en el contexto de la responsabilidad social que debería asumir un club de su envergadura. La imagen de futbolistas, figuras influyentes a nivel mundial, disfrutando de una experiencia que refuerza el vínculo con una marca como Cupra, puede ser vista, en última instancia, como un espectáculo que distrae de las realidades más profundas, como la sostenibilidad en el mundo del automovilismo y el cambio climático.
Además, el episodio cristaliza un tipo de cultura de celebridad que, en ocasiones, desvía la atención de las necesidades y preocupaciones de una afición que busca autenticidad y conexión genuina con sus ídolos. Es significativo que en el contexto actual de preocupaciones globales, como la desigualdad social y el medio ambiente, los clubes de fútbol deben reflexionar sobre cómo estas acciones se alinean con los valores que promueven. La diversión y el entretenimiento son fundamentales, pero no deberían eclipsar la necesidad de un compromiso con causas que realmente importan. Si el fútbol quiere mantener su relevancia y conexión con los aficionados, debe entender que su rol trasciende a la cancha y abarca un liderazgo social que fomente el cambio positivo en la sociedad.
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