A pocas horas del esperado Clásico entre el Real Madrid y el Barcelona en la final de la Supercopa de España en Arabia Saudí, un hecho inesperado ha captado la atención de los aficionados al fútbol. Un video que circula por las redes muestra a el hijo de Xavi Hernández luciendo una camiseta de Kylian Mbappé, el delantero del PSG y una de las grandes estrellas del panorama futbolístico mundial. La elección de esta elástica ha desatado un torrente de reacciones, dividiendo la opinión pública entre los que consideran que se trata de una “traición” y aquellos que aplauden el gesto de libertad del exentrenador culé.
El video, que ya se ha vuelto viral en las plataformas sociales, muestra al pequeño disfrutando de un día en familia, pero es la camiseta del astro francés la que ha incendiado el debate. Mientras que algunos aficionados culés ven en este hecho una falta de lealtad hacia los colores blaugranas, otros argumentan que, como padre, Xavi Hernández tiene el derecho de permitir que su hijo elija a sus ídolos, independientemente de su vinculación con el Barça o el Madrid. La intensidad de la rivalidad entre ambos clubes ha hecho que este pequeño gesto de la familia Hernández haya sorprendido a muchos en el mundo del fútbol.
Este episodio se da en un marco de tensión y rivalidad, justo cuando el Barcelona y el Real Madrid se preparan para enfrentarse por tercer año consecutivo en la Supercopa. En las dos ediciones anteriores, ambos equipos se han repartido honores, con el Madrid llevándose el título en el 2023 y los culés haciéndolo el año anterior. La figura de Xavi Hernández, quien ha estado fuera del banquillo tras su salida del Camp Nou y quien ha sido objeto de especulaciones sobre su futuro, agrega un matiz adicional a este momento.
Después de una etapa de éxitos y compromisos agotadores, Hernández se encuentra en una fase reflexiva, disfrutando de su tiempo libre con la familia, lo que contrasta bastante con el ritmo frenético de un entrenador en ajetreo constante. En este sentido, la imagen de su hijo con la camiseta de Mbappé puede simbolizar, de alguna manera, los cambios de prioridades que ha experimentado en esta nueva etapa de su vida.
Las redes sociales no han tardado en reaccionar ante el video del hijo de Xavi. Desde comentarios críticos que descalifican al exentrenador por permitir que su hijo apoye a un jugador considerado el ‘archienemigo’ del Barcelona, hasta elogios de aquellos que defienden que el amor por el fútbol supera cualquier rivalidad. En este torbellino de reacciones, se revela la pasión que despierta el deporte rey y cómo, incluso en momentos ajenos al juego, los aficionados siguen comprometidos con sus respectivas banderas.
El nivel de divisiones que ha provocado este gesto pone de manifiesto no solo la ferviente lealtad hacia los colores de cada afición, sino también la complejidad de las relaciones familiares en un entorno donde el fútbol adquiere dimensiones casi simbólicas. Mientras algunos ven en Xavi una figura desmarcada de la presión que supone ser un ícono del Barça, otros especifican que aún en su rol de padre, una cierta fidelidad debería prevalecer.
En conclusión, este pequeño episodio familiar ha puesto a la figura de Xavi Hernández en el centro de la conversación en el día previo a la final más esperada del fútbol español. En la inminente batalla entre el Madrid y el Barça, el eco de este gesto permanecerá en la mente de los aficionados, demostrando que, al final, el fútbol siempre tiene un lugar para la sorpresa, la controversia y la pasión.
La reacción desproporcionada ante un gesto tan inocente como el de Xavi Hernández y su hijo, que simplemente muestra la camiseta de un jugador admirado, refleja la hipersensibilidad que rodea al fútbol y sus íconos. La violencia simbólica en las redes sociales demuestra cómo la rivalidad entre el Barcelona y el Real Madrid se ha convertido en un dogma que secuestra la libertad individual, incluso en el ámbito familiar. Es un signo preocupante que un simple acto parental, que podría interpretarse como apertura y respeto por la diversidad de ídolos del deporte, sea visto como una traición. En lugar de fomentar la convivencia y el entendimiento, se perpetúan divisiones que, aunque alimentan la pasión, ahogan la esencia del juego: la celebración del talento sin ataduras.
En este sentido, el incidente podría servir como un llamado a la reflexión para los aficionados. La posibilidad de que un niño admire a un jugador de otro equipo no debe traducirse en deslealtad, sino en una oportunidad para enriquecer nuestra apreciación del fútbol como un fenómeno global. Xavi, al permitir que su hijo exprese su admiración por Mbappé, da un paso valiente hacia la normalización de la pluralidad en el deporte, un mensaje que debería resonar más allá de los colores. En medio de futuros clásicos y rivalidades acérrimas, sería interesante ver cómo los aficionados pueden aprender a coexistir y disfrutar del deporte sin que esto signifique sacrificar su identidad. A fin de cuentas, el fútbol está destinado a unir, no a dividir.
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