En un encuentro que se recordará por la contundencia y la superioridad del juego azulgrana, el FC Barcelona ha derrotado al Real Madrid por 2-5 en la final de la Supercopa de España, despojando a los blancos de la posibilidad de alcanzar el ansiado «Septete». En un partido disputado en Yeda, el equipo dirigido por Thomas Flick exhibió una orquesta futbolística que dejó al rival en un lamento continuo, demostrando que el esfuerzo individual no es suficiente ante un bloque tan cohesionado y poderoso.
El inicio del partido fue un reflejo de lo que sería el resto del encuentro: la defensa madridista estuvo al borde del colapso desde el pitido inicial. Aunque Kylian Mbappé logró abrir el marcador con un golazo en la primera jugada del encuentro, el equipo madridista nunca logró asentarse y el Barcelona empezó a tomar el control. Lamine Yamal, una de las promesas del fútbol mundial, y el experimentado Robert Lewandowski, con un penalti transformado, equilibraron la balanza rápidamente y sentaron las bases de la remontada.
La presión alta del conjunto catalán fue letal, convirtiendo cada error del Madrid en una oportunidad clara de gol. La conexión que mostraron Pedri, Gavi y Raphinha fue un espectáculo en sí mismo, mientras que la defensa blanca, encabezada por un desbordado Tchouameni, sucumbió ante la dinámica de juego del Barcelona. Tras el tercer gol, anotado por Raphinha, el Madrid se mostró desconcertado, incapaz de encontrar respuestas ante el juego implacable de su rival.
El golpe definitivo llegó justo antes del descanso cuando el Barça, aprovechando un contraataque soberbio, aumentó la ventaja a 1-4 con un gol de Balde. La reacción madridista parecía tardía e impotente, y ya en la segunda mitad, tras otro tanto de Raphinha, quedó claro que la Supercopa se marchaba con destino a Barcelona.
El pasaje crítico llegó con la expulsión de Szczesny, que dejó a los blancos con un atisbo de esperanza al permitir un gol de Rodrygo tras un rebote. Sin embargo, la impotencia y la desconexión del Madrid fueron evidentes; los cambios de Ancelotti no lograron generar el efecto deseado. Ante una defensa que se mostró firme y organizada, el equipo blanco se encontró con un muro y terminó sucumbiendo al tedio en la segunda parte.
La victoria del Barcelona no solo les otorga la Supercopa, sino que también deja al Madrid lidiando con un desgaste emocional considerable. La fragilidad del equipo merengue y la falta de carácter durante el partido son cuestiones que deberán abordarse urgentemente. A medida que se acercan los retos de la Liga y de la Champions, los incondicionales del Madrid se cuestionan sobre su futuro y el desempeño del equipo.
Con 9 goles encajados en solo dos encuentros ante su eterno rival, la moral del madridismo está tocada. La Supercopa se queda en Barcelona, y el «Septete» de los blancos es un sueño que, al menos por ahora, se desdibuja en el horizonte.
La reciente derrota del Real Madrid ante el FC Barcelona en la Supercopa de España no es solo el resultado de un día desfavorable, sino un síntoma preocupante de una crisis más profunda en la estructura del equipo blanco. Con un contundente 2-5, se evidencia que el rendimiento del conjunto dirigido por Carlo Ancelotti no logra adaptarse a las exigencias contemporáneas del fútbol: una defensa vulnerable, un mediocampo ausente y un ataque que, a pesar de su potencial, no encuentra la fluidez necesaria para desequilibrar el juego. El futuro del Madrid plantea interrogantes sobre la capacidad de sus jugadores más experimentados para liderar en momentos de adversidad. La fragilidad del equipo, que permite que en apenas dos encuentros se encajen nada menos que nueve goles ante su eterno rival, debe ser un llamado de emergencia. La falta de carácter y respondabilidad en la fase desesperada señala una desconexión alarmante entre los jugadores y la estrategia del cuerpo técnico.
Por otro lado, el Barcelona ha demostrado que un juego cohesionado y bien organizado puede desmantelar incluso al rival más formidable. La «orquesta futbolística» que mencionan los analistas, orquestada por Thomas Flick, no solo cautivó por su estética, sino que también mostró cómo un plan de juego efectivo puede convertirse en una fortaleza. Sin embargo, uno no puede evitar preguntarse cuánto durará esta superioridad catalana si el Madrid se toma en serio la reconstrucción de su equipo. Un Madrid que necesita, con urgencia, revisar sus tácticas y planteamientos estratégicos, no solo para el presente inmediato, sino con una visión a más largo plazo. Si bien las esperanzas de conquistar el «Septete» se han desvanecido, es vital recordar que la grandeza de un club radica en su capacidad de aprender y adaptarse a los reveses, algo que el Madrid debe tratar de alcanzar una vez más si desea recuperar su estatus en el fútbol mundial.
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