El estadio El Sadar fue el escenario de una auténtica fiesta futbolística este sábado, cuando el Osasuna se impuso por 1-0 al Valladolid en un encuentro que dejó claro el potencial del conjunto local. La victoria, cimentada por un penalti transformado por el croata Ante Budimir en la primera parte, catapultó a los de Jagoba Arrasate a la cuarta posición en la tabla de LaLiga EA Sports, reafirmando una vez más su candidatura a competiciones europeas.
Desde el pitido inicial, los locales mostraron una superioridad palpable, desplegando un juego dinámico y efectivo que dejó sin respuesta a un Valladolid que no lograba descifrar el enigma rojillo. Osasuna, con una presión alta y constante, se adueñó del balón, dejando casi sin oportunidades a los visitantes, quienes solo pudieron generar un leve acercamiento hacia el marco defendido por Aitor Fernández.
El momento clave del partido llegó en el minuto 19, cuando Budimir fue derribado en el área tras un gran esfuerzo defensivo del Valladolid. Tras una revisión del VAR que confirmaba la justa decisión del árbitro, el delantero croata se encargó de transformar el penalti, anotando así su sexto gol de la temporada y el quincuagésimo con la camiseta de Osasuna en la máxima categoría. Al finalizar el encuentro, Budimir no solo celebró su conquista, sino que también dedicó el tanto a las víctimas de la DANA con una emotiva camiseta que decía ‘Fuerza Valencia’, un gesto que fue aplaudido por la afición.
Con el marcador a su favor, Osasuna continuó dominando la contienda, dejando un registro de 9 remates a 1 en el minuto 35, arrinconando a un Valladolid que parecía resignado a la defensa. El entrenador visitante, Paulo Pezzolano, se desesperaba en la banda mientras sus jugadores luchaban por mantener la compostura contra un rival que no paraba de generar ocasiones. Antes de finalizar la primera mitad, el Valladolid evidenció su impotencia al no lograr crear peligro, dejando a Pezzolano sumido en profundas reflexiones sobre cómo revertir la situación.
La reanudación del encuentro trajo una pequeña esperanza para los visitantes, pero Osasuna se mostró firme. Bryan, en un esfuerzo individual digno de mención, asistió a Budimir, quien disparó con potencia, pero se encontró con el metal de la portería, un momento que hizo saltar del asiento a los aficionados rojillos. Con el paso de los minutos, el Valladolid intentó reaccionar con un triple cambio que prometía una nueva estrategia en busca del empate.
No obstante, el ímpetu local no decayó. Moncayola lo intentó sin suerte, pero los esfuerzos de Osasuna por aumentar su ventaja fueron evidentes. Budimir, en un destello de talento, estuvo cerca de ampliar la ventaja con una genialidad en forma de espuela. Aunque el cansancio empezaba a asomar en algunos jugadores locales, la idea de dejar escapar los tres puntos no entraba en sus planes.
En los minutos finales, con el Valladolid buscando afanosamente un resquicio para llevarse al menos un empate impensable, el olor a victoria flotaba en el aire de El Sadar. La entrega y el sacrificio de Osasuna, no solo en el terreno de juego, sino también en la sangre que corre por las venas de su camiseta, fueron el sello de una tarde que consolidó al equipo navarro entre los mejores de la liga.
La victoria de Osasuna ante el Valladolid en El Sadar no solo se traduce en tres puntos vitales, sino que reafirma su consolidación como uno de los equipos revelación de la temporada. La forma en que el equipo de Jagoba Arrasate ha mostrado su potencial es digno de aplauso. Desde una presión alta y constante hasta un juego fluido, Osasuna ha sabido cómo hacerse con el control del partido. El penalti transformado por Ante Budimir fue un reflejo de la determinación local y, además, marcó un hito en su carrera con el club. Este encuentro deja en claro que, si Osasuna mantiene esta línea de juego, el sueño de competir en Europa no es solo una ilusión, sino una meta alcanzable.
Sin embargo, la actuación del Valladolid deja mucho que desear. Su incapacidad para responder a la presión ejercida por los rojillos es preocupante y su entrenador, Paulo Pezzolano, deberá reflexionar seriamente sobre las estrategias a implementar si no quiere que su equipo continúe navegando en aguas turbulentas. Con un solo remate en casi todo el partido, es evidente que el Valladolid careció de ideas claras y no supo aprovechar las pocas oportunidades que se presentaron. Esta derrota es un serio aviso para un equipo que se encuentra más cerca de la lucha por el descenso que de la zona media de la tabla. En resumen, el derroche de talento y trabajo en equipo de Osasuna contrasta con la inercia de un Valladolid que necesita una pronta reactivación si quiere evitar complicarse la vida una vez más.
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