En un momento donde la política mundial parece caminar en la cuerda floja, la escritora canadiense Margaret Atwood se ha convertido en una voz clave que invita a la reflexión sobre las vicisitudes del presente y del futuro. A través de una rueda de prensa virtual repleta de atención mediática, Atwood compartió sus pensamientos sobre la reciente victoria de Donald Trump y los ecos que esta resuena en la lucha por los derechos de las mujeres, un tema recurrente en su obra. “No es el momento de tirarse de un puente”, afirmó, desechando la fatalidad y abogando por la esperanza en medio de un panorama desalentador.
Su nuevo libro de relatos, titulado ‘Perdidas en el bosque’, se asoma a las memorias de una vida compartida y a la búsqueda del significado en el duelo tras la muerte de su esposo, Graeme Gibson. Atwood, quien tiene 84 años, entrelaza en estos relatos las reflexiones sobre el amor y la pérdida con la aguda crítica social que la ha caracterizado a lo largo de su carrera. Los relatos se adentran en la complejidad de la viudedad, presentando a Nell, un personaje que encarna la fragilidad y fortaleza de una mujer que redefine su existencia tras la pérdida: “coqueteo geriátrico”, vagabundeo por el espacio del tiempo y búsqueda de lo que queda de un amor que llenó todo.
Dentro de sus historias, el eco del pasado se manifiesta con potencia. Atwood combina la actualidad con personajes históricos, ejemplificado en un inquietante monólogo de Hipatia, donde la brutalidad de su final resuena en las injusticias modernas. La autora no se detiene ahí; en uno de sus relatos, se atreve a incluir un intercambio a través de un medium con George Orwell, donde esboza una visión distópica donde el feminismo, la pérdida de la privacidad y la manipulación histórica son temas candentes. A través del humor negro y la ironía, Atwood sigue desentrañando las complejidades de la condición humana, llamando la atención sobre los ciclos que parecen repetirse en la historia.
La autora también aborda el clima político actual y el impacto que la victoria de Trump tiene en la percepción y los derechos de las mujeres. Critica la narrativa que ha polarizado a los partidos, sugiriendo que los demócratas han sido percibidos como la voz de las élites educadas, perdiendo así el contacto con el votante común. “La clase, entendida como en 1930, no existe”, sostiene. Con una capacidad asombrosa para conectar el presente con el pasado, Atwood vislumbra un futuro incierto, en el que las luchas por la justicia social no deben dejarse en el olvido.
En este sentido, su obra no solo es un viaje literario, sino también una invitación a la acción. Las palabras de Atwood resuenan como un llamado a la resistencia y a la esperanza, recordándonos que la literatura puede ser un instrumento poderoso en la lucha contra la intolerancia. A medida que la humanidad navega por aguas turbulentas, sus historias no solo son relatos de ficción, sino una brújula que puede guiarnos hacia una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestra sociedad. Así, ‘Perdidas en el bosque’ se erige no solo como un testamento de amor y memoria, sino también como un espejo que refleja la lucha continua por la libertad y la dignidad en un mundo cambiante.
La reflexión de Margaret Atwood sobre el presente y el futuro resulta ser un faro de luz en tiempos de desesperanza política. En un mundo donde la polarización parece llevarnos a un callejón sin salida, sus palabras resuenan con una sabiduría que invita a la acción y a la resistencia. Atwood, con su perspectiva única y su capacidad de entrelazar la crítica social con la experiencia personal, nos empuja a cuestionar no solo el estado de nuestras sociedades, sino también el papel que cada uno de nosotros debe asumir en la lucha por la justicia. Su afirmación de que “no es el momento de tirarse de un puente” se convierte en un grito de batalla contra la inacción, desafiándonos a no sucumbir al fatalismo y a tomar un papel activo en la configuración de nuestro futuro.
Además, su obra más reciente, ‘Perdidas en el bosque’, no solo aborda el duelo y la pérdida, sino que también sirve como un espejo de las luchas contemporáneas que enfrentan las mujeres en un contexto político cada vez más adverso. Al entrelazar su narrativa con voces de la historia, como la de Hipatia y George Orwell, Atwood nos recuerda que las lecciones del pasado son cruciales para entender las tensiones del presente. La literatura, en su forma más potente, puede convertirse en un instrumento para cuestionar la realidad y promover el cambio. Su mirada crítica sobre la política y la clase social recalca la urgencia de recuperar la empatía y el contacto genuino con el electorado, desmarcándose de la élite. En definitiva, la literatura de Atwood no solo cuenta historias; nos urge a entender que cada palabra puede ser un paso hacia la construcción de un mundo más justo y equitativo.
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