El mercado inmobiliario de Málaga ha cerrado con fuerza el año 2024, como lo revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), analizados por la plataforma PRISMA. En diciembre, la provincia registró un total de 3.072 transacciones inmobiliarias, lo que representa un notable incremento interanual del 43,8%, consolidando a Málaga como un foco de actividad y dinamismo en el sector.
La evolución del mercado ha presentado una disparidad significativa entre viviendas nuevas y usadas. Las ventas de vivienda nueva han destacado notablemente, con 1.263 operaciones realizadas en diciembre, lo que equivale al 41,1% del total de transacciones. Este crecimiento es asombroso, con un aumento interanual del 171,6%. Por otro lado, el segmento de viviendas usadas también ha crecido, aunque de manera más moderada, registrando 1.809 operaciones que reflejan un aumento del 8,3% frente al mismo mes del año anterior.
El acumulado de transacciones en 2024 ha alcanzado las 35.385 operaciones, con un leve crecimiento del 4% en comparación con 2023. Este crecimiento pone de manifiesto la diversidad en la dinámica del mercado, donde las viviendas nuevas ganan cada vez más terreno, con un impresionante aumento del 57,9% en el segmento, mientras que las viviendas usadas han experimentado un retroceso del -9,4%.
A nivel nacional, Málaga ha mantenido su posición destacada en el mercado inmobiliario, ocupando el segundo lugar en ventas de vivienda nueva, solo superada por Madrid. Esto refuerza la percepción de Málaga como un espacio atractivo para la compra de propiedades, superando incluso a grandes ciudades como Barcelona. Estas cifras subrayan la capacidad de la provincia para competir con las principales capitales españolas en términos de actividad inmobiliaria y desarrollo urbano.
El mercado de hipotecas, por su parte, también ha mostrado signos positivos. En diciembre de 2024, se formalizaron 1.957 hipotecas sobre viviendas, con un incremento interanual del 62,4%. Este fenómeno, que se ha repetido en siete de los últimos doce meses, sugiere una creciente confianza entre los compradores. Sin embargo, el importe medio de las hipotecas se ha reducido en un 5,3%, situándose en 186.717€, lo que podría indicar un ajuste en las expectativas de los compradores frente a un mercado cada vez más competitivo.
La conclusión es clara: la dynamia del mercado inmobiliario en Málaga se perfila como una tendencia robusta y positiva, impulsada principalmente por la demanda de viviendas nuevas, y sin duda se convertirá en un foco de atención para inversores y compradores durante 2025.
El notable crecimiento del mercado inmobiliario en Málaga, con un incremento del 43,8% en transacciones, es un claro reflejo del atractivo que la provincia ejerce sobre compradores e inversores. Sin embargo, esta dinámica positiva viene acompañada de una profunda disertación sobre la sostenibilidad de este crecimiento. A medida que las ventas de vivienda nueva superan notablemente a las usadas, se plantea la cuestión de si esta tendencia conducirá a una especulación excesiva que, a la larga, destruiría la esencia residencial y cultural de Málaga. La creciente presión sobre el suelo urbano y el encarecimiento de los precios podría derivar en una gentrificación insostenible, donde los malagueños de toda la vida se vean desplazados por inversores y buscadores de una calidad de vida que, sin el debido control, corre el riesgo de degradarse ante una masificación incontrolada.
Adicionalmente, el auge en la formalización de hipotecas, con un aumento del 62,4%, debe interpretarse con cautela. Aunque este dato sugiere un renovado optimismo entre los compradores, también implicaciones sobre la asequibilidad del acceso a la vivienda. Una reducción del importe medio de los préstamos puede señalar que los futuros propietarios están ajustando sus expectativas ante una escalada de precios que ya no pueden sostener. A largo plazo, la pregunta que urge responder es si el mercado inmobiliario de Málaga será capaz de balancear el interés de capital extranjero y la demanda local, o si sucumbirá ante las fuerzas del mercado, convirtiéndose, en última instancia, en un escaparate atractivo pero inaccesible para sus habitantes. La responsabilidad recae tanto en el sector como en las autoridades, quienes deben establecer un marco regulatorio que, sin frenar el crecimiento, asegure que el desarrollo urbano se realice de manera equitativa y sostenible.
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