La Protectora de Málaga ha presentado un balance provisional que, si bien muestra un panorama de logros en la adaptación de animales, también refleja el intenso trabajo y las dificultades que enfrenta para garantizar el bienestar de sus acogidos. Según su presidenta, Carmen Manzano, hasta el pasado fin de semana, han acogido a 873 animales y se han dado en adopción a 855, un logro notable que destaca el compromiso de la organización y su equipo.
Sin embargo, el camino no ha estado exento de dolor y desafíos. Manzano ha lamentado que 46 animales han fallecido o han tenido que ser sometidos a eutanasia debido al estado crítico en el que han llegado al refugio. Esta decisión dolorosa se toma únicamente como un acto de compasión, buscando evitar el sufrimiento en seres que merecen una partida digna. “La realidad de un refugio es compleja”, reflexiona Manzano, “y la necesidad de tomar decisiones difíciles es parte del día a día”.
La Protectora ha hecho hincapié en la importancia de la esterilización, asegurando que todos los animales que son adoptados salen del refugio ya esterilizados. Para aquellos que no pueden ser operados inmediatamente, se establece un contrato de seguimiento para garantizar que este proceso llegue a buen término. “Es la única manera de evitar camadas indeseadas y muertes de cachorros”, afirma Manzano con firmeza. Este enfoque no solo contribuye a controlar la población animal, sino que también refuerza la responsabilidad de los adoptantes.
A pesar de las pérdidas, el refugio ha logrado rescatar a un número significativo de animales. Hasta finales de noviembre, se rescataron 153 perros y 8 gatos del Centro de Protección Animal Municipal, y se colaboró con la Policía Local en el rescate de 67 perros y 5 gatos. Además, gracias a la identificación por microchip, 48 perros y 2 gatos han podido regresar con sus familias, recordando la importancia de un gesto tan simple como el chip en un animal de compañía.
En este momento, aproximadamente 400 animales residen en el refugio, donde son atendidos por un equipo de catorce trabajadores que se aseguran de que nunca estén solos. “Es fundamental que nuestros animales sientan el cuidado y el amor humano, aún en este entorno tan desafiante”, asegura Manzano. Una parte notable de los animales más vulnerables —enfermos, lactantes o ancianos— se encuentran en casas de acogida, donde reciben el trato cálido y amoroso que solo un hogar puede ofrecer.
El esfuerzo de la Protectora de Málaga no se detiene en las cifras; detrás de cada animal hay una historia, un anhelo por un hogar. Con una mezcla de esperanza y realismo, Manzano y su equipo continúan su labor, no solo para rescatar y cuidar animales, sino también para educar a la comunidad sobre la importancia del respeto y la responsabilidad hacia nuestros compañeros de cuatro patas. En esta época invernal, el refugio se convierte en un faro de esperanza para muchos, un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, el amor y la compasión pueden prevalecer.
El balance positivo de la Protectora de Málaga en cuanto a adopciones y rescates es innegable; sin embargo, debemos examinar con lupa el contexto que lo rodea. La cifra de 46 animales que han perdido la vida, ya sea por la condición crítica en la que llegaron al refugio o por la decisión de eutanasia, nos habla de una realidad desgarradora que se oculta detrás de las cifras. Este doloroso proceso no debe ser un mero trámite administrativo; refleja una profunda crisis en la capacidad de atención a los animales en situación de abandono, algo que debe llevarnos a cuestionar las políticas públicas sobre bienestar animal en nuestra ciudad y la forma en que se gestionan los recursos destinados a estas protectoras. La resignación ante tales pérdidas, aunque comprensible, no debe hacerse norma; exigimos un compromiso mayor por parte de la sociedad y de las administraciones para que las protectoras no tengan que afrontar este reto solas.
La labor de la Protectora de Málaga va más allá de la simple adopción; implica una responsabilidad compartida con la comunidad. La insistencia en la esterilización como pilar fundamental de su actuación es algo que debería ser replicado en otras entidades y, sobre todo, en la educación de los adoptantes. Sin embargo, es lamentable que nos aún encontremos tan lejos de erradicar la sobrepoblación animal mediante políticas de prevención efectivas. La colaboración con la Policía Local para el rescate de animales es un paso en la dirección correcta, pero no podemos conformarnos. La sociedad debe comprender que cada rescate y cada adopción son pasos en un camino que necesita de un compromiso a largo plazo, donde cada uno de nosotros es parte de la solución. Solo así, el refugio será no solo un lugar de esperanza, sino un verdadero símbolo de la responsabilidad colectiva hacia los seres que compartimos este mundo.
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