22 de Junio de 2025, 17:45 – El sol de la tarde cae inclemente sobre la AP-4, pero no es el calor lo que sofoca a los miles de conductores atrapados en un monumental atasco. La autopista que conecta Cádiz con Sevilla se ha convertido en un laberinto de metal y paciencia agotada, especialmente en el tramo entre Las Cabezas de San Juan, concretamente entre los kilómetros 46 y 43 en dirección a la capital hispalense.
El rugido habitual de los motores se ha transformado en un murmullo exasperante, interrumpido ocasionalmente por el claxon de algún conductor impaciente. La circulación irregular, según informa la DGT, es la culpable de este embotellamiento que amenaza con arruinar el final del fin de semana. Los vehículos, convertidos en improvisados hornos, avanzan a paso de tortuga, consumiendo combustible y nervios a partes iguales.
Las autoridades aún no han precisado la causa exacta de la ralentización del tráfico, pero las especulaciones ya circulan entre los conductores atrapados. ¿Un accidente? ¿Un vehículo averiado? ¿Simplemente el efecto dominó causado por el aumento del volumen circulatorio típico de un domingo por la tarde? Sea cual sea la razón, el resultado es el mismo: miles de personas varadas, con la vista puesta en el horizonte, anhelando alcanzar el oasis de Sevilla.
La zona afectada de la AP-4 se ha convertido en un hervidero de frustración. Familias regresando de la costa, parejas después de un fin de semana romántico, trabajadores que deben llegar a sus puestos mañana por la mañana: todos comparten ahora un mismo destino, el de la incertidumbre y la demora. Se recomienda a los conductores que, en la medida de lo posible, busquen rutas alternativas y consulten las actualizaciones de tráfico antes de emprender su viaje hacia Sevilla. El regreso a casa, para muchos, se ha convertido en una auténtica odisea.
El atasco kilométrico en la AP-4, tristemente predecible cada domingo por la tarde, es **un síntoma de la falta de planificación y la dependencia excesiva de una única vía para conectar la costa con la capital**. Más allá de la especulación sobre el incidente puntual que lo desencadenó, lo que subyace es la carencia de alternativas viables y la ineficiencia de las medidas paliativas. ¿Cuántos informes y promesas de mejora de la red viaria andaluza deben quedar en papel mojado para que se priorice de una vez por todas la inversión en infraestructuras que alivien esta saturación? La paciencia de los ciudadanos, convertidos en rehenes de esta situación recurrente, tiene un límite, y la excusa del «aumento del volumen circulatorio» suena a burda justificación ante la evidente necesidad de soluciones a largo plazo.
Resulta exasperante que en pleno siglo XXI, con la tecnología y los recursos disponibles, sigamos padeciendo estas escenas dantescas en una autopista de peaje que, se supone, debería garantizar un tránsito fluido y seguro. La responsabilidad no recae únicamente en la Dirección General de Tráfico, sino en la Junta de Andalucía y el Gobierno central, que deben coordinar esfuerzos e invertir en alternativas como el fomento del transporte público ferroviario y la mejora de las carreteras secundarias. Mientras tanto, los conductores seguirán atrapados en un bucle infernal, pagando religiosamente un peaje por sufrir retenciones que transforman un viaje de placer en una auténtica pesadilla. Quizás, si la indignación se tradujera en una acción coordinada de los usuarios, exigir una compensación por cada hora de retraso, podríamos ver una respuesta más diligente por parte de las administraciones.
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