Este viernes, la ciudad de Málaga ha dado un gran paso hacia la consolidación de su futuro como un referente en tecnología y microelectrónica. La Junta de Andalucía y el Gobierno de España firmaron un acuerdo crucial que permitirá la construcción del prestigioso centro IMEC (Interuniversitair Micro-Electronica Centrum), que instalará su sede en los terrenos del Parque Tecnológico de Andalucía. Con una inversión total de 615 millones de euros, de los cuales 500 millones serán aportados por el Ejecutivo central, este proyecto proyecta a Málaga como la capital tecnológica del sur de Europa.
La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, junto con el ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, destacó la relevancia de este centro no solo para Málaga, sino para toda Europa. Montero explicó que se estima que en los primeros cuatro años de operación del IMEC se generen alrededor de 250 empleos directos, lo que supone una importante contribución al crecimiento económico de la región. «Nuestra inversión no solo se traduce en empleo, sino en un impulso irrenunciable a la investigación y desarrollo de nanoelectrónica y tecnologías digitales», apuntó Montero ante los asistentes al acto de firma.
El compromiso financiero del Gobierno incluye 236 millones de euros destinados a la construcción de la instalación científica, que enfocará sus esfuerzos en el diseño y fabricación de semiconductores. Esta cifra se suma a los 105 millones que ya fueron anunciados anteriormente para el diseño y control del proyecto. Las licitaciones de las obras están programadas para lanzarse a principios de 2026, marcando un hito en la economía malagueña.
El vicepresidente y director de Estrategia de IMEC, Jo de Boeck, subrayó la importancia de este proyecto para la cooperación internacional en innovación tecnológica. «Esta es la primera vez que IMEC establecerá una gran instalación fuera de Bélgica, lo que refuerza nuestro compromiso con la innovación en Europa», afirmó de Boeck. La llegada de IMEC a Málaga no solo promete la creación de un ecosistema tecnológico robusto, sino que también incentivará la colaboración entre universidades, startups y pequeñas y medianas empresas del sector.
Con la implementación de equipos avanzados, como una sala blanca de investigación, el centro se convertirá en un espacio de excelencia para el desarrollo de nuevas tecnologías y materiales en el ámbito de la microelectrónica. El diseño de microchips y sistemas avanzados en esta infraestructura serán fundamentales para acelerar la transición del laboratorio a la industria, asegurando que Andalucía no se quede atrás en la carrera tecnológica global.
Con esta firma, el camino hacia la creación de un polo tecnológico europeo en Málaga comienza a tomar forma. La colaboración entre instituciones públicas y privadas se erige como un modelo a seguir para futuros proyectos de desarrollo. La llegada del IMEC no solo implica un avance significativo en el ámbito de la investigación y la innovación, sino que también posiciona a Málaga en el mapa tecnológico del continente, abriendo puertas a un futuro lleno de posibilidades.
La llegada del IMEC a Málaga es, sin duda, un paso monumental hacia la consolidación de la ciudad como un referente tecnológico en Europa. Sin embargo, este proyecto no está exento de interrogantes que deben ser abordados. Si bien la inversión de 615 millones de euros promete generar empleos y desarrollo, es crucial que esta iniciativa no se quede solamente en un anuncio mediático que, al final, no traduzca en beneficios tangibles para la ciudadanía. La dependencia de fondos gubernamentales podría generar un modelo insostenible si no se acompaña de una estrategia a largo plazo que fomente la autonomía económica de la región y una verdadera implicación de las empresas locales antes, durante y después de la construcción del IMEC.
Además, mientras celebramos la creación del centro, es fundamental que los responsables de este proyecto no pierdan de vista la inclusión y diversificación en el acceso a estas nuevas oportunidades laborales. La promesa de 250 empleos directos parece modesta frente a la magnitud de la inversión, y surge la pregunta de cómo se asegurarán que estos empleos sean accesibles a las distintas capas de la población malagueña. Para que Málaga se posicione con éxito como un hub tecnológico europeo, es crucial que el IMEC no solo sea un símbolo de avance, sino que también se convierta en un motor que potencie la educación y capacitación de jóvenes talentos, integrando a las universidades locales y estimulando la creación de un ecosistema colaborativo que beneficie a todos los sectores de la sociedad.
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