Los residentes de la pedanía de Cueva de la Mora, en Almonaster la Real, se enfrentan a una inesperada situación de emergencia desencadenada por las intensas lluvias y la consiguiente subida de niveles en el embalse Monte Félix-Toril. Este alarmante desarrollo llevó a las autoridades a proceder con un desalojo preventivo de la zona, una medida anunciada por el consejero de Interior de Andalucía, Antonio Sanz, a través de sus perfiles oficiales en redes sociales.
La actuación, realizada de forma ordenada, forma parte de la activación del Plan ante el Riesgo de Inundaciones en Andalucía (PERI), que ha sido elevado a fase de emergencia, estableciendo situación operativa 1. Esta decisión, tomada a las 11:00 horas, se justifica por las condiciones meteorológicas adversas que están afectando la provincia de Huelva. La alerta se intensificó aún más debido a la llegada de la borrasca Garoé, que ha traído consigo un alto volumen de precipitaciones y fuertes rachas de viento.
Como consecuencia de la situación, se ha producido el corte total de la carretera HU-7104, que va desde El Patrás hasta La Juliana, afectando la comunicación en ambas direcciones. Esta medida ha sido fundamental para garantizar la seguridad de los ciudadanos mientras se gestionan los riesgos asociados a las inundaciones. Hasta el momento, el Centro de Coordinación de Emergencias del 112 Andalucía ha registrado un total de 82 avisos, principalmente relacionados con balsas de agua y caídas de barro en varias carreteras secundarias de la región. La situación sigue siendo crítica con el cierre de otras vías, como la A-484 en Rociana.
Las inundaciones también han impactado las infraestructuras educativas. En el IES San Blas de Aracena, las lluvias han generado problemas de acceso debido a anegaciones en la zona trasera del instituto, un desafío que ha afectado especialmente a los alumnos que dependen del transporte escolar. Las autoridades educativas han asegurado que, pese a los problemas ocasionados, las clases continuaron desarrollándose con normalidad y han trabajado para mitigar los inconvenientes.
La respuesta de las autoridades locales ha incluido la revisión de las obras de canalización en la zona, que se han visto implicadas en la acumulación de agua en los accesos del centro educativo. En Almonaster, se reportó la caída de un árbol que interrumpió el servicio de una de las líneas de transporte escolar, aunque esta situación fue rápidamente solucionada, permitiendo que los estudiantes pudieran regresar a casa sin contratiempos.
La situación en Cueva de la Mora es un recordatorio de que, ante fenómenos naturales imprevistos, la coordinación y preparación de las autoridades y la comunidad son esenciales. La colaboración de los vecinos y los servicios de emergencia es crucial en estos momentos de crisis, donde cada medida preventiva puede marcar la diferencia para la seguridad de todos.
La situación de desalojo preventivo en Cueva de la Mora pone de manifiesto no solo la vulnerabilidad de determinadas zonas frente a fenómenos meteorológicos extremos, sino también la necesidad de una planificación y gestión del riesgo más eficaces y proactivas por parte de las autoridades. En este caso, si bien la activación del Plan ante el Riesgo de Inundaciones en Andalucía (PERI) y las medidas de evacuación son acciones loables y necesarias, es esencial preguntarnos si hemos aprendido realmente de eventos pasados. La repetición de situaciones críticas, como la que los residentes enfrentan actualmente, sugiere que las soluciones a largo plazo, como la mejora de las infraestructuras de drenaje y la educación sobre gestión de emergencias, no han encontrado un lugar prioritario en la agenda política. Este tipo de respuestas reactivas, aunque necesarias en el momento, no deberían ser la norma, sino una excepción en una planificación estratégica más robusta y consciente de las realidades climáticas actuales.
Aunque la inmediata coordinación y actuación de los organismos de emergencia es digna de mención en situaciones como esta, es igualmente vital reflexionar sobre el papel de la comunidad y el desarrollo de una cultura de prevención. Las autoridades locales deben fomentar una sensibilización y preparación activa entre los ciudadanos, de modo que la comunidad no solo dependa del apoyo externo durante las crisis, sino que también esté equipada para enfrentar y mitigar el impacto de desastres naturales. La crisis actual pone de relieve la importancia de una interconexión sólida entre los residentes y los servicios de emergencia, donde el conocimiento compartido y la participación activa pueden marcar una diferencia sustancial. Promover charlas y talleres sobre cómo actuar en situaciones de riesgo podría ser el primer paso hacia una comunidad más resiliente y menos vulnerable ante eventos climáticos severos.
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