En un movimiento que sacude los cimientos de la radiotelevisión pública andaluza, el Consejo Profesional de la RTVA ha formalizado hoy su dimisión en bloque, poniendo fin a seis meses de interinidad y denunciando una preocupante deriva en la pluralidad informativa de Canal Sur. La decisión, comunicada a través de sus redes sociales, llega tras reiteradas quejas sobre la cobertura de temas sensibles, como la reciente crisis en los cribados de cáncer, y la falta de respuesta a sus demandas por parte de la dirección.
El Consejo Profesional, órgano autónomo elegido por la plantilla para velar por la calidad y la ética informativa, argumenta que su dimisión responde a la imposibilidad de seguir siendo «cómplices» de una estrategia que, a su juicio, busca «devaluar un instrumento imprescindible como es el Consejo». En una carta abierta, el organismo destaca la labor realizada durante su mandato, que comenzó en 2021, y las numerosas denuncias elevadas sobre contenidos informativos que consideran sesgados o poco rigurosos.
«Hemos recibido centenares de quejas de profesionales sobre noticias emitidas, enfoques informativos o rutinas profesionales que no se consideraban adecuadas», señalan en su comunicado. La gota que colmó el vaso, según fuentes internas, fue la negativa de la dirección a reunirse con el Consejo y la falta de respuesta a su propuesta de reforma del Estatuto Profesional, un documento clave para garantizar la independencia y la calidad del trabajo periodístico en la RTVA.
La dimisión del Consejo Profesional plantea serias interrogantes sobre el futuro de Canal Sur y su papel como servicio público. En su carta de despedida, el organismo insta a la dirección a convocar elecciones de inmediato y a respetar el trabajo del nuevo consejo que salga elegido. Sin embargo, la falta de diálogo y la desconfianza acumulada durante los últimos meses hacen temer que la situación no mejore a corto plazo.
La polémica se produce en un momento especialmente delicado para la RTVA, que se enfrenta a críticas por su línea editorial y su cercanía al gobierno autonómico. La denuncia de «falta de pluralidad» por parte del Consejo Profesional no hace sino agudizar estas tensiones y poner en tela de juicio la independencia y la credibilidad de la televisión pública andaluza. Ahora, la pelota está en el tejado de la dirección, que deberá tomar medidas urgentes para recuperar la confianza de la plantilla y garantizar un periodismo de calidad al servicio de todos los andaluces.
La dimisión en bloque del Consejo Profesional de la RTVA no es solo una noticia, sino una **herida abierta en la credibilidad de la radiotelevisión pública andaluza**. Más allá de la denuncia de «falta de pluralidad informativa», este gesto desesperado revela una profunda crisis de confianza entre la plantilla y la dirección, una fractura que mina los cimientos de un servicio público esencial para la ciudadanía. La acusación de «devaluar» la función del Consejo es especialmente grave, pues sugiere una estrategia deliberada para silenciar voces críticas y menoscabar la independencia del trabajo periodístico. En un contexto donde la desinformación y los intereses partidistas amenazan la calidad del debate público, resulta alarmante que la RTVA, en lugar de erigirse como un baluarte de la verdad, se vea envuelta en sospechas de manipulación y control.
Sin embargo, la mera dimisión no basta. Es imperativo que tanto la dirección como el gobierno autonómico asuman su responsabilidad y **emprendan un proceso de diálogo transparente e inclusivo para restaurar la confianza y garantizar la independencia de Canal Sur**. Se necesita una revisión profunda del Estatuto Profesional, mecanismos efectivos para proteger la pluralidad informativa y, sobre todo, un compromiso real con la rendición de cuentas. La RTVA no puede ser un instrumento al servicio del poder de turno, sino un espacio donde se reflejen todas las voces de la sociedad andaluza, un lugar donde el periodismo de calidad y la información veraz sean la norma, no la excepción. De lo contrario, la televisión pública andaluza corre el riesgo de convertirse en un mero eco del poder, perdiendo así su razón de ser.
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