La Delegación Territorial de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía ha emitido una alarmante alerta tras confirmar la existencia de 44 personas afectadas por un brote de toxiinfección alimentaria en la capital cordobesa. Los agentes patógenos sospechosos incluyen las bacterias E. Coli y Clostridium perfringens, detectadas en los análisis preliminares de los alimentos consumidos, lo que ha llevado a la evaluación exhaustiva de los productos servir en el establecimiento. La situación se torna más grave al informar que uno de los afectados ha causado un fallecimiento, aunque aún no se ha establecido una relación directa entre el deceso y el consumo de los alimentos en cuestión.
La investigación se encuentra en una fase activa, con la inspección del local donde se sirvieron los alimentos y la recolección de muestras testigos realizadas por las autoridades sanitarias. Hasta el momento, solo tres de los 44 afectados buscaron atención en servicios sanitarios, revelando que los resultados de los coprocultivos y el hemocultivo del caso fallecido fueron negativos. Esta información ha generado un entorno de incertidumbre entre los cordobeses, que ven en la gastronomía local, representada por el icónico montadito de pringá, un factor de riesgo que podría estar poniendo en peligro su salud.
Las autoridades han destacado que el periodo de incubación de la infección fue corto, rondando las 12 horas desde la ingesta hasta la aparición de los síntomas. Este detalle indica que los afectados habían consumido el mismo alimento, lo que ayuda a focalizar la fuente del brote. La Delegación de Salud ha enfatizado que las acciones de seguimiento epidemiológico continúan, incluyendo la evaluación de los manipuladores de alimentos, quienes han resultado asintomáticos hasta la fecha.
Este no es el primer incidente de este tipo en la región. Según datos recientes, entre 2021 y 2023, Córdoba ha registrado un total de 33 brotes de toxiinfecciones alimentarias. De estos, una mayoría (17) se atribuyen a fuentes públicas y alimentarias, reflejando la necesidad urgente de mantener altos estándares de higiene y manipulación en locales de hostelería. La situación plantea una reflexión sobre el consumo de ciertos alimentos, ya que históricamente, productos como huevos y sus derivados han sido responsables de un número significativo de estos incidentes. En 2021, por ejemplo, los alimentos más problemáticos incluyeron la ensaladilla, carne, y pescado, mientras que en los años siguientes se ampliaron a una variedad de productos que incluyen desde mayonesa hasta setas.
Las autoridades han instado a los ciudadanos a estar alerta y consultar a los servicios sanitarios ante cualquier síntoma inusual, promoviendo así la prevención ante posibles intoxicaciones alimentarias. En este escenario, la salud pública se convierte en una responsabilidad colectiva, donde la concienciación y el seguimiento de las indicaciones sanitarias son clave para la seguridad alimentaria en la comunidad cordobesa.
El brote de toxiinfección alimentaria causado por un *montadito de pringá* en Córdoba es un reflejo preocupante de las falencias en el control de la seguridad alimentaria en nuestro país. La noticia no solo alarma por la cifra de afectados, sino por el hecho de que uno de ellos ha perdido la vida, una tragedia que debería encender las alarmas sobre los estándares de higiene en los establecimientos de hostelería. Es inquietante que, a pesar de los reiterados incidentes —33 brotes en los últimos dos años—, los mecanismos de supervisión y control no se hayan fortalecido de manera efectiva. La experiencia de estos brotes debería llevar a una revisión profunda de los protocolos de sanidad y, sobre todo, a una educación continua y rigurosa sobre prácticas de manipulación de alimentos para todos los trabajadores del sector. En un momento donde la gastronomía local goza de un reconocimiento creciente, no se puede permitir que la tradición culinaria se vea empañada por una falta de responsabilidad y cuidado en la preparación de alimentos.
Es fundamental que las autoridades sanitarias no solo se limiten a investigar este brote en particular, sino que implementen medidas proactivas que aseguren la salud de la población. Además de reforzar las inspecciones en los establecimientos y aumentar la formación a los manipuladores de alimentos, es crucial fomentar una cultura de *concienciación y responsabilidad colectiva* entre los consumidores. La ciudadanía debe estar alerta ante posibles síntomas y, a su vez, exigir mayor transparencia y calidad en los productos que consume. La seguridad alimentaria es responsabilidad de todos, y un enfoque colaborativo entre autoridades, hosteleros y clientes es indispensable para restaurar la confianza en la rica gastronomía cordobesa. Solo así se logrará transformar esta crisis en una oportunidad para mejorar y asegurar que la experiencia de degustar un icónico montadito no sea también una ruleta de la salud.
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