La noche del martes y la madrugada de este miércoles han sido complicadas para los ciudadanos de Andalucía, que han tenido que hacer frente a las consecuencias de la potente borrasca Jana. El Centro de Coordinación de Emergencias 112 Andalucía ha informado que se gestionaron más de una veintena de incidentes relacionados con las copiosas lluvias, siendo la mayoría de ellos concentrados en la red secundaria de carreteras. La acumulación de agua y barro, así como la aparición de obstáculos en la vía, como piedras y desprendimientos, han generado complicaciones en diferentes puntos de la región.
Entre los incidentes más destacados se encuentra el desprendimiento de ladera en la A-45, a la altura de Casabermeja, que obligó al corte de un carril. Por otro lado, en Salobreña, la N-340 también se vio afectada por piedras en la calzada, aunque ya se encuentra limpias y operativas. La situación, sin embargo, continúa en alerta, ya que las precipitaciones han elevado los niveles de ríos y embalses en varias localidades andaluzas.
El consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, ha transmitido un mensaje de tranquilidad, indicando que, aunque las lluvias dan una breve tregua este miércoles, la Agencia de Emergencias se mantiene en constante vigilancia del estado de los cauces. A pesar de la pausa en las precipitaciones, se están evaluando los niveles de aforos en diferentes embalses y ríos para prevenir posibles inundaciones.
En este sentido, un ejemplo claro de la inestabilidad que puede generar la lluvia es el caso de Alcolea del Río en Sevilla, donde la crecida del río Corbones provocó el corte de la SE-4104. Mientras tanto, el río Guadalete en Jerez de la Frontera muestra una tendencia a la baja, controlado por las autoridades.
Desde la llegada de la borrasca Jana, se han contabilizado un total de 1.277 incidentes en toda Andalucía, con Málaga y Cádiz como las provincias más afectadas. En Málaga se registraron 333 emergencias, mientras que en Cádiz fueron 277 los avisos recibidos. Las provincias de Sevilla, Huelva, Granada, Córdoba, Jaén y Almería también reportaron incidencias, aunque en menor escala. La Junta de Andalucía ha mantenido activo el Plan de Emergencias ante el Riesgo de Inundaciones en Andalucía (PERI) desde el pasado sábado, en fase de emergencia, lo que subraya la seriedad de la situación actual.
Este episodio meteorológico ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia andaluces, que se esfuerzan por garantizar la seguridad de la población ante un clima cada vez más impredecible. La labor de gestión y coordinación es vital en estos momentos de crisis, y el compromiso de las autoridades es fundamental para minimizar los riesgos en las comunidades afectadas.
La reciente irrupción de la borrasca Jana en Andalucía ha dejado al descubierto no solo las vulnerabilidades de la infraestructura viaria, sino también el habitual grado de desatención hacia la planificación y prevención ante fenómenos climáticos adversos. Que se hayan contabilizado más de 1.277 incidentes en toda la región es un llamado de atención sobre la necesidad imperiosa de reformar la manera en que gestionamos nuestras rutas y espacios públicos. La recurrente aparición de desprendimientos y obstrucciones en carreteras en zonas como Málaga y Cádiz subraya la falta de mantenimiento efectivo y de priorización en la inversión en infraestructura. Si avanzamos hacia un futuro donde las condiciones climáticas se tornan cada vez más extremas, es fundamental que las autoridades no se conformen con soluciones temporales, sino que trabajen en obras de largo alcance que aseguren una respuesta eficaz ante emergencias repetitivas.
Es indudable que la labor de los servicios de emergencia y la coordinación administrativa merece reconocimiento, especialmente en momentos de crisis como el actual. Sin embargo, el mensaje de tranquilidad transmitido por el consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, parece casi irreal cuando nos confrontamos con el número elevado de incidencias y la continua amenaza de nuevas inundaciones. El Plan de Emergencias ante el Riesgo de Inundaciones en Andalucía (PERI) es innegablemente una herramienta necesaria, pero la realidad impone una introspección sobre su efectividad y su capacidad de implementación en situaciones críticas. La adaptación a un clima más impredecible requiere no solo de mecanismos reactivos, sino de una estrategia proactiva que contemple el cambio climático y la sostenibilidad. La seriedad de la situación exige una revisión de nuestras políticas públicas, en un esfuerzo por convertir la crisis en una oportunidad para aprender y mejorar nuestra resiliencia ante la naturaleza.
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