Andalucía se enfrenta a un otoño inusual. Las persistentes altas temperaturas, que recuerdan más a un agosto abrasador que a un octubre templado, han obligado a la Junta a tomar una decisión drástica: extender el periodo de peligro alto de incendios forestales hasta el 1 de noviembre. El consejero de Sanidad, Presidencia y Emergencias, Antonio Sanz, ha realizado el anuncio tras la reunión del Consejo de Gobierno, insistiendo en la necesidad de mantener la máxima precaución en los espacios naturales.
La medida, que inicialmente iba a expirar hoy, miércoles 15 de octubre, busca blindar el rico patrimonio forestal andaluz ante el riesgo extremo de igniciones. Sanz ha sido contundente al recordar que la prevención es una responsabilidad compartida, apelando a la colaboración ciudadana para evitar negligencias que puedan desencadenar una catástrofe. "No podemos bajar la guardia. El calor extremo sigue ahí, y una chispa puede ser suficiente para iniciar un incendio devastador", ha declarado el consejero.
La prórroga de la alerta roja implica la continuación de las restricciones ya existentes. Las barbacoas, incluso en las áreas recreativas designadas, permanecen prohibidas. Las quemas agrícolas y forestales quedan igualmente suspendidas, así como la circulación de vehículos a motor en zonas forestales y en una franja de 400 metros alrededor de estas. Estas medidas, aunque restrictivas, se consideran cruciales para minimizar el riesgo de incendios accidentales.
El consejero Sanz ha agradecido el compromiso mostrado por la ciudadanía durante el pasado verano, un periodo marcado por una intensa actividad en la lucha contra los incendios. Sin embargo, ha insistido en que la vigilancia debe mantenerse alta. "Cada llamada al 112, ante la detección de humo o llamas, puede ser vital", ha subrayado el director del Plan de Emergencias por Incendios Forestales de Andalucía. La colaboración ciudadana se erige, una vez más, como la primera línea de defensa contra el fuego en un otoño que se presenta como un desafío para la conservación del medio ambiente andaluz.
La extensión de la alerta roja por incendios en Andalucía hasta noviembre no es simplemente una medida preventiva, sino un **síntoma alarmante de la crisis climática que ya no podemos ignorar**. Si bien la Junta hace lo correcto al prorrogar las restricciones y apelar a la responsabilidad individual, resulta insuficiente si no se acompaña de una inversión real y sostenida en la gestión forestal. Urge una planificación a largo plazo que priorice la prevención, la reforestación con especies autóctonas resistentes al fuego y la creación de cortafuegos naturales. Depender únicamente de la buena voluntad ciudadana, por necesaria que sea, es delegar la responsabilidad en quien menos herramientas tiene para combatirla.
Más allá del innegable impacto económico y medioambiental que suponen los incendios, esta prórroga de la alerta roja también pone de manifiesto una **falta de pedagogía ambiental por parte de las administraciones**. No basta con prohibir barbacoas y quemas; es esencial educar a la población sobre las causas subyacentes del aumento del riesgo de incendios: el cambio climático, la sequía, el abandono rural y la gestión inadecuada del monte. Un otoño en máxima vigilancia debería ser, ante todo, un otoño de reflexión y acción coordinada para construir un futuro más resiliente y sostenible para Andalucía.
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